El gobierno de Morales afronta un paro nacional de 48 horas de los sindicatos del transporte de Bolivia, en lo que constituye la primera protesta de envergadura en el segundo mandato del presidente, iniciado en enero pasado.
Lejos de ceder a las presiones de los huelguistas, Morales criticó duramente a los organizadores de la protesta y anunció que los castigos a quienes conduzcan bajo los efectos del alcohol se extenderán también a los particulares.
Esta medida, que radicalizaría el polémico decreto causante de las protestas, será elevada a rango de ley en la Asamblea Legislativa boliviana.
El gobernante se quejó de la actitud de los sindicalistas del sector, porque, a su juicio, pierden legitimidad ante la sociedad por no sumarse a la defensa de la vida de los pasajeros ante los conductores que manejan borrachos en el transporte público.
"Con su ebriedad se matan ellos y matan a otra gente. ¿Qué clase de organización (sindical) tenemos, que defiende políticas o programas para matar y para matarse?", cuestionó.
Con el decreto, firmado en febrero pasado tras una ola de accidentes de tráfico que dejó noventa muertos en un mes, se retirará para siempre el permiso de conducir a los chóferes de autobuses sorprendidos en estado de ebriedad y se sancionará con una suspensión temporal a sus empresas de transporte.
Según la influyente Confederación de Choferes de Bolivia, que tiene 150 mil afiliados, el primer día de huelga ha tenido un éxito del 90 por ciento tras paralizar parcialmente varias ciudades del país y totalmente los viajes por carretera.
Por el contrario, el ministro de Gobierno (Interior), Sacha Llorenti, dijo que el seguimiento del paro fue "muy débil" por el rechazo de la población a la protesta y estimó que mañana se debilitará aún más.
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Según los medios de comunicación, la convocatoria tuvo un seguimiento casi general en La Paz, El Alto, Cochabamba, Tarija, Potosí, Oruro y Sucre, donde, además, piquetes de huelguistas bloquearon calles, carreteras y llegaron a azotar con cinturones a algunos colegas que no seguían la medida de protesta.
Los incidentes se saldaron en El Alto con al menos un policía golpeado por manifestantes y que fue herido en la cabeza por un pedrada, además de la detención de una treintena de chóferes por agredir a agentes y causar destrozos en coches policiales y privados.
Posteriormente, el gobierno anunció la detención de otras 13 personas, pero no precisó dónde se produjeron esos arrestos.
Diego Luján, un joven vecino de esta ciudad aledaña a La Paz, denunció ante corresponsales de Efe que la policía disparó balines contra los piquetes y que él mismo fue alcanzado en el abdomen, donde se le apreciaba una herida.
En el llamado "Sector Taquiña" de El Alto, Efe comprobó un notorio despliegue policial y cómo varias furgonetas y taxis que prestaban servicio a pasajeros fueron apedreados por piquetes.
Otro de los efectos del paro en ciudades como La Paz ha sido una reducción notable del intenso tráfico rodado que soporta diariamente esta ciudad.
Además, en muchos puntos del país se han suspendido las clases escolares por la imposibilidad de trasladarse a los colegios.
La protesta de los choferes bolivianos continúa hoy y será "más secante", según el dirigente máximo de la Confederación de Choferes, Franklin Duran, quien está en huelga de hambre desde el lunes.
El sindicalista pidió la dimisión de Llorenti porque, aseguró, ha ofendido a los miembros de la Confederación al tratarlos como si todos circularan borrachos.
"El ministro Llorenti debería renunciar. ¿Cómo es posible que a más de 150 mil chóferes que pertenecemos a la confederación nos diga que somos borrachos?", apuntó Durán.
En cambio, el gobierno se mantiene firme en la decisión de no ceder a las presiones para modificar el decreto porque se trata, afirmó Llorenti, de un norma que ya ha tenido efectos benéficos en la reducción de los accidentes de tránsito en el país.
De acuerdo con el ministro, en febrero de 2007 hubo 725 accidentes de tráfico, un año después 657, en el mismo mes del año pasado 676 y en el de 2010 la cifra bajó a 496.
En Bolivia, según reportes oficiales, mueren más de mil personas cada año por accidentes de tráfico, varios de ellos provocados por conductores que manejan autobuses en estado de embriaguez.
El presidente Morales se mostró confiado en vencer en su pulso con los sindicatos del transporte como lo hizo en 2006 cuando su gobierno les obligó a pagar impuestos por primera vez y aguantó también una huelga de varios días.