Esta situación hace imperativo el planteamiento de nuevos paradigmas y enfoques acerca de cómo y qué es posible hacer para intervenir el hábitat existente, así como para diseñar, construir y operar los desarrollos urbanos, afirmó el académico en un encuentro con estudiantes y miembros del Instituto Tecnológico de Oaxaca, como parte del Foro Por el Oaxaca que queremos, convocado por esta casa de estudios y otras instancias.
El territorio nacional está dividido en cuatro áreas y la de ese estado registra una ocurrencia de sismos históricamente muy frecuente, con aceleraciones del suelo que llegan a sobrepasar 70 por ciento.
La Ciudad de México, ubicada también en un espacio donde la afectación por ese fenómeno no rebasa ese porcentaje, las condiciones del subsuelo hacen posibles altas aceleraciones y, por tanto, hay igualmente daños importantes en las edificaciones.
En ese sentido resulta indispensable realizar un proceso de sensibilización porque en materia de terremotos “hay tres momentos: el antes, el durante y el después, y todo lo que podamos prever nos permitiría minimizar los daños”, además de que la sociedad debe ser informada “con toda sinceridad” sobre los riesgos ante un episodio de gran intensidad.
Duarte Yuriar urgió a actualizar el reglamento de construcciones del estado, sobre todo a partir de lo ocurrido con los sismos de septiembre de 2017, “porque cada cataclismo nos enseña y deja grandes lecciones” sobre la relación causa-efecto y qué puede hacerse para que los inmuebles sufran menos consecuencias negativas, en particular escuelas, hospitales y sedes de gobierno, que son los que permitirían recuperar la normalidad después de un movimiento telúrico.
Al mostrar una serie imágenes sobre las secuelas de los terremotos de 1985 y 2017 subrayó la urgencia de que existan propuestas de reparación de las estructuras, así como de planificación de edificios con un concepto de resiliencia, “de manera que estemos mejor preparados”.
Esto permitiría un abordaje integral y un enfoque multi y transdisciplinario de la problemática, con la idea de desarrollar una intervención a partir de los principios de sustentabilidad, habitabilidad, resiliencia y belleza, que pueden y deben concurrir de manera simultánea para satisfacer las necesidades de habitación individual, familiar y social.
Además de actualizar el reglamento respectivo, los retos apremiantes para Oaxaca consisten en modificar los sistemas de construcción y utilizar tecnologías que ya han probado su eficiencia en el mundo, con el fin de que sean utilizados materiales y dispositivos innovadores.
La intervención de inmuebles con más de 200 años de existencia –los cuales emplearon materiales que en su momento eran de vanguardia– requiere ahora de procesos de reforzamiento, en especial reconvirtiéndolos en la parte energética, es decir, que en lugar de consumir electricidad producida por la quema de combustibles fósiles empleen celdas fotovoltaicas.
Oaxaca es estratégico en términos de energía eólica, por lo que sería factible instalar aerogeneradores para aprovechar el viento y suministrar fluido, lo que reduciría la huella de carbono a la atmósfera.
La concatenación de estas acciones en forma adecuada “nos permitiría tener, no sólo una urbe con edificios públicos más seguros respecto de los sismos, sino también más amigables con el medio ambiente”.
La interacción de todos los niveles de gobierno con los sectores de la sociedad y las instituciones académicas y de investigación resulta clave para el logro de este propósito, concluyó.
El foro –convocado por la UAM y centros educativos y de investigación, públicos y privados, así como por el municipio de Oaxaca de Juárez– tuvo también como ponentes a los doctores Óscar Monroy Hermosillo y Cristof Göbel, profesores de las unidades Iztapalapa y Azcapotzalco, respectivamente, quienes disertaron sobre La digestión anaerobia en el manejo sustentable del agua, y Planeación urbana en el ámbito global de la ciudad actual, en cada caso.