En un comunicado, Eurotunnel, la sociedad privada que explota este túnel de 50 kilómetros, que incluye un tramo submarino de 38 kilómetros bajo el Canal de la Mancha, precisó que un 57 por ciento de esos 300 millones ha recurrido a los convoyes para vehículos que unen en 35 minutos Coquelles (Francia) con Folkestone (Reino Unido).
El resto son los conductores de los camiones de los trenes para esos vehículos y los pasajeros de los trenes Eurostar que conectan Londres con diversos destinos en el continente europeo.
El presidente de Eurotunnel, Jacques Gounon, destacó que "el túnel bajo el Canal de la Mancha es un vínculo vital entre Gran Bretaña y el continente, que ha revolucionado los hábitos de transporte".
"Esta infraestructura única ha creado un mercado que sin ella no habría podido existir, y ha contribuido así de forma significativa al desarrollo de la economía", añadió Gounon.
La decisión de la construcción del túnel, bajo la responsabilidad de una empresa privada encargada de explotarla, la tomaron los gobiernos de los dos países en 1986. Al año siguiente, comenzaron las obras.
Eurotunnel fue un fiasco financiero al dispararse los costos de construcción y porque en los primeros años de funcionamiento el tráfico fue inferior a las expectativas creadas, y eso tuvo fuertes consecuencias para su valor en Bolsa.
No obstante, el grupo franco-británico tuvo el pasado año 11 millones de euros de beneficio gracias, sobre todo, al incremento de la actividad en el túnel ferroviario bajo el Canal de la Mancha, con lo que salió de los números rojos, que habían supuesto 58 millones de pérdidas en 2010.