Banquetas rotas o disparejas, coladeras y registros sin tapas, rampas de estacionamiento, troncos y raíces de árboles, postes, cabinas telefónicas, herrajes de ventanas, medidores, automóviles, puestos ambulantes y otros obstáculos que los mismos ciudadanos colocan son parte del deficiente diseño urbanístico de esta metrópoli, que contribuye a la mala movilidad de los peatones.
Es una batalla diaria con los autos. “El nuevo reglamento de movilidad señala que las personas con discapacidad tienen prioridad, después los peatones y al final los carros particulares, pero en la práctica no es así”, dijo en el Instituto de Investigaciones Sociales.
En el país 5 millones 720,000 habitantes tienen alguna discapacidad; de ellos, 481,000 viven en la CdMx y 408,000 padecen algún impedimento motriz o debilidad visual, y son quienes más sufren las dificultades y riesgos al caminar por las calles.
Acciones como la construcción deficiente de banquetas o de los accesos a cocheras, o plantar árboles y dejarlos crecer sin supervisión, son riesgos latentes. Algunas banquetas son lisas cuando deberían ser rugosas para evitar resbalones, y su inclinación debe ser gradual, resaltó.
Además, no siempre se instalan guías para orientar a quienes usan bastón para saber dónde hay una esquina, una vuelta o dónde acaba la banqueta y comienza el arroyo vehicular.
Finalmente, el universitario subrayó que es responsabilidad de todos convertir a la Ciudad de México en un espacio incluyente, donde sus aproximadamente nueve millones de habitantes puedan moverse sin contratiempos, con mayor eficiencia, sin importar la condición física y de salud. “El problema es multifactorial: conciencia ciudadana, leyes, ética de funcionarios públicos y sentido de compromiso de los diseñadores del espacio público”.