Caterpillar ha dado un paso más y ha prohibido a sus filiales no estadounidenses que acepten cualquier pedido de máquinas, motores o nuevos componentes de Caterpillar si se sabe que estos serán enviados a Irán", explicó hoy a Efe un portavoz de la compañía estadounidense.
Esta empresa responde así al reclamo de la organización Unidos Contra un Irán Nuclear (UANI) de que interrumpa cualquier relación comercial con Irán, un país con el que las empresas estadounidenses tienen prohibido comerciar directamente debido al régimen de sanciones vigente.
En cualquier caso, Caterpillar insistió hoy en que "la acusación de que mantenemos amplios negocios con Irán no es acertada", ya que, según el citado portavoz, la empresa ni siquiera tiene "activos, operaciones o empleados" en ese país.
Según la UANI, Caterpillar le envió una carta con fecha del pasado 25 de febrero en la que el presidente y consejero delegado de la compañía estadounidense, James Owens, reconocía haber realizado limitadas ventas en Irán a través de filiales extranjeras que venden a intermediarios independientes, lo que no viola normativa estadounidense alguna.
Además, y según recordó hoy el citado portavoz, esas ventas no suponen ni un 0.2 por ciento de su facturación mundial y la mayor parte de las operaciones de compraventa de sus productos que se producen en Irán no están relacionadas con sus filiales, por lo que escapan a su control.
"Celebramos la decisión de Caterpillar de prohibir a sus filiales no estadounidenses que realicen negocios en Irán. Todas las empresas responsables que realizan transacciones empresariales con Irán de forma encubierta a través de empresas subsidiarias deberían hacer lo mismo", aseguró en un comunicado el presidente de la UANI, Mark Wallace.
En su página web, la UANI tiene un listado de otras empresas que considera que están manteniendo relaciones comerciales con Irán y a las que pide que rompan cualquier lazo con ese país, tal y como ya se comprometieron a hacer empresas como General Electric o Siemens.
El año pasado, durante la celebración del debate anual de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, esta organización consiguió que el conocido Helmsley Hotel, así como la sala Gotham Hall y The Jueirah Essex House, se negaran a hospedar al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, o a albergar actos en los que estaba prevista su presencia.