En 2016 la cifra fue de 638,000, en 2017 de 724,000 y en 2018 de 855,000, y por los registros de estos días se evidencia el aumento del 71 por ciento en la demanda, por lo que probablemente la constante se rebase este 2019.
En 2018, cada bici del programa recorrió casi 3,000 kilómetros; con las distancias que transitaron todas se podrían dar 74 vueltas a la Tierra por el ecuador. Además, con esos viajes se dejaron de emitir aproximadamente 895 toneladas de bióxido de carbono a la atmósfera, lo que lo consolida como una verdadera alternativa de transporte sustentable para la comunidad universitaria.
Con un stock de mil bicicletas, ocho kilómetros de ciclovía y 14 módulos, Bicipuma ha logrado pasar de 4,500 servicios, a un promedio de 7,200, con picos de hasta 7,702, informaron José Luis Zúñiga Vázquez, director de Movilidad de la Dirección General de Servicios Generales y Movilidad (DGSGM), y Ernesto García Almaraz, coordinador del programa Bicipuma.
Las estaciones que mayor número de servicios brindaron la semana pasada fueron el Bicicentro (planta alta), con 1,316; Medicina, con 929; anexo de Ingeniería, con 854; y Ciencias, con 767.
La cantidad de kilómetros que se recorren todos los días es impresionante, y ahora “las alternativas de crecimiento están latentes con este nuevo semestre”, dijo Zúñiga Vázquez.
En tanto, García Almaraz recordó que en 2004 surgió el programa piloto “Puma sobre ruedas”, que contaba con una ruta que iba de la Facultad de Medicina al Estadio Olímpico, dos estaciones y radiotransmisores con que se anunciaban los viajes. Al año siguiente nació Bicipuma, que se transformó de un asunto recreativo a una alternativa de transporte. Entonces se comenzó a construir una red de ciclopistas y módulos en diferentes facultades, primero en el llamado “casco viejo” del campus.
En 2006 comenzó la construcción del Bicicentro, que se inauguró en 2007, a un costado del metro Universidad, donde se cuenta con un patio de maniobras, zona de almacenamiento, taller mecánico y oficinas administrativas. “De ahí parte la ciclopista e inicia la distribución de bicicletas a todo el campus”, recordó.
Con el tiempo se han sumado kilómetros de ciclovía y módulos. Hoy existen 14 estaciones, ocho kilómetros de ciclopista y mil bicicletas, que se van renovando por el desgaste y para evitar poner en riesgo a los usuarios.
Al respecto, Zúñiga explicó que hay partes de la vía empedradas y deben permanecer así porque el “casco viejo” está catalogado como Patrimonio Mundial por la UNESCO. “Ahí las bicicletas se desajustan, por lo que tenemos un taller donde se rehabilitan de forma constante, hasta que ya no tienen arreglo y debemos comprar nuevas”. Ejemplo de ello es que el año pasado se adquirieron 400 bicis y en febrero de este año se pusieron a rodar.
García Almaraz expuso que el incremento en el número de servicios no sólo tiene que ver con el entusiasmo de los jóvenes. En esta administración se han tomado decisiones para apuntalar al Bicipuma.
“Han coincidido varios factores, como contar con bicicletas suficientes y en buen estado, que el taller tenga refacciones, una buena atención a los usuarios y que los 53 participantes del programa, entre ellos tres mecánicos encargados de las reparaciones diarias, hagan bien su trabajo”.
Dejaron de usarse lectores biométricos (de huellas digitales) para prestar el servicio; se regresó a la lectura de códigos de barras y se añadió un NIP que permite tener una doble autenticación sobre la identidad del usuario. Ahora el servicio es más ágil.
Bicipuma depende de la DGSGM y es determinante para la movilidad de los universitarios, en especial estudiantes, y aunque puede ser un programa lúdico, es sobre todo un modo eficiente de transporte.
A más jóvenes les gusta trasladarse en bicicleta y a eso hay que sumar aspectos como la economía (es un servicio gratuito) y la creciente conciencia ambiental, abundó Zúñiga.
García Almaraz indicó que se cuenta también con un protocolo de actuación y coordinación con la central de atención de emergencias. “En cuanto hay un accidente, tenemos una comunicación directa y los usuarios reciben atención en la ambulancia si el incidente no fue grave, y de ser necesario son traslados al centro médico universitario. Por fortuna, eso ocurre en una proporción muy baja: cuatro o cinco incidencias en más de 7,000 servicios”.
Tras señalar que en cada periodo vacacional la ciclovía recibe mantenimiento, Zúñiga indicó que por la demanda se ha pensado en extender el servicio a la zona cultural de Ciudad Universitaria.
De igual manera, esta propuesta se replicará a otros campus. En Juriquilla, por ejemplo, se echará a andar un programa piloto y enviarán alrededor de 25 bicicletas. A León se mandaron 70, y a Sisal 95, en varias etapas. Cada entidad foránea tiene sus propias características, y no todos los programas operan igual. En la sede de Yucatán se asigna la bicicleta al estudiante y él es responsable durante todo el semestre.