La compañía ganó 210 millones de euros (262 millones de dólares) en el año fiscal finalizado a fines de septiembre, después de perder 1,400 millones de euros en el periodo anterior.
También la facturación aumentó un 7 por ciento hasta los 41,300 millones de euros y el beneficio operativo incluso se duplicó hasta los 1,300 millones.
La compañía finalizó así tres años marcados por amortizaciones e inversiones fallidas en nuevas plantas. Como señal del cambio de ciclo, pagó un pequeño dividendo de 11 céntimos por título a los accionistas, que no habían obtenido nada los últimos dos años.
Para el nuevo ejercicio, ThyssenKrupp se fijó como objetivo un beneficio operativo de por lo menos 1,500 millones de euros. El grupo pretende además recortar costos por otros 850 millones de euros después de ahorrar ya 2,500 millones en los últimos tres años.