Existen épocas del año, en especial de febrero a junio, cuyas condiciones atmosféricas favorecen su acumulación, lo que se vuelve un grave problema para la población en general, principalmente para los grupos vulnerables.
Así, la Zona Metropolitana del Valle de México tendrá dos meses más (mayo y junio) de temporada de ozono (O3), que se caracteriza por la presencia de alta presión en el centro del país, asociada con masas de aire con bajo contenido de humedad, poca nubosidad y un alto registro de temperaturas y radiación solar.
El ozono se forma por reacciones fotoquímicas en la atmósfera baja a través de dos principales precursores: los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles; durante este periodo, los niveles de este contaminante en el aire alcanzan concentraciones de riesgo durante prácticamente todos los días, entre las 13:00 y las 18:00 horas.
Y son nuestros hogares y vehículos los que producen 70 por ciento de los compuestos responsables de la producción de ozono, que en altas concentraciones ocasiona importantes daños a la salud, al igual que los otros contaminantes que respiramos cada día.
Ozono, enemigo silencioso que afecta nuestra salud
Se afectan las vías respiratorias y alveolos, se exacerban las enfermedades pulmonares y cardiovasculares, se reduce la función pulmonar, se agrava el asma, provocan cefaleas, alteraciones en el sistema inmunológico y pueden ocasionar muerte prematura en la población expuesta a altas concentraciones.
El monóxido de carbono (CO) reduce la disponibilidad de oxígeno y puede afectar el funcionamiento del cerebro y corazón; el ozono (O3) inicia un proceso de inflamación pulmonar, puede provocar tos, flemas, enfisema y hasta cáncer de pulmón; y la exposición prolongada al plomo (PB) puede propiciar discapacidad intelectual.
El bióxido de azufre (SO2) puede causar irritación en la nariz y garganta en personas asmáticas, broncoconstricción (estrechamiento de las vías aéreas, lo que disminuye o bloquea el flujo de aire) y disnea (dificultad para respirar).
Y el óxido de nitrógeno (NO2), además de irritación en nariz y garganta, broncoconstricción y disnea, también incrementa la susceptibilidad de infecciones respiratorias.
Al mismo tiempo, las especies animales y vegetales también se ven afectadas por las altas concentraciones de ozono.
Por todo lo anterior, y ante los dos meses que quedan de la temporada de ozono, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe), entre otras dependencias, recomienda a la población tomar precauciones para evitar daños a la salud.
Sugiere reducir el tiempo de exposición en exteriores, sobre todo de sectores vulnerables, como niños, adultos mayores, mujeres embarazadas y personas con problemas respiratorios y cardiovasculares; evitar llevar a cabo actividades deportivas, de recreo u otras al aire libre si hay altos niveles de ozono en el ambiente.
Solicita, además, verificar que el automóvil se encuentre en óptimas condiciones, incluyendo el buen estado de los neumáticos; llenar el tanque de gasolina por las tardes o noches; evitar el uso del auto en distancias cortas y, de ser posible, compartirlo; obedecer las señales de tránsito.
También, si se maneja, evitar acelerar innecesariamente; en caso de no existir contingencias, usar modos alternos de transporte, como la bicicleta; de ser posible, aplicar home office y realizar compras por Internet; no encender fogatas ni quemas de basura, llantas u otros materiales.
Reciclar es otra de las recomendaciones que la Comisión destaca como una forma de aminorar el impacto ambiental, así como separar la basura y evitar los popotes de plástico, los cuales no pueden biodegradarse, se utilizan una sola ocasión, en un tiempo mínimo, se desechan y muchas veces terminan en el fondo de mares y ríos, afectando a los animales que en ellos habitan.
México trabaja para frenar deterioro ambiental
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) continúa con sus esfuerzos para frenar el deterioro ambiental. A través de la Estrategia Nacional de Calidad del Aire (ENCA), presentada en marzo de 2017, busca controlar, mitigar y prevenir la emisión y concentración de contaminantes en la atmósfera, tanto en zonas urbanas como rurales, con una proyección al año 2030.
El documento, diseñado por la Semarnat, y avalado por once secretarías, también contó con la participación de la sociedad civil, la academia y la industria mediante un proceso de diálogo y consulta pública.
Establece cinco ejes estratégicos, 21 estrategias y 69 líneas de acción para mejorar la calidad del aire en el territorio nacional, a fin de proteger la salud de la población, la flora y fauna de nuestros ecosistemas y contribuir al desarrollo económico sustentable de México.
De acuerdo con el secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano Alamán, con esta estrategia, México cuenta con un instrumento marco que articula los diferentes programas y estrategias que inciden en la calidad del aire para atender y prevenir los daños ocasionados a la salud de las personas, a la productividad sostenible de los ecosistemas y a la economía del país.
La ENCA ayuda a prevenir las afectaciones a la salud provocadas por la exposición a altas concentraciones de contaminantes en el aire, en localidades urbanas y rurales.
Busca, además, mejorar la calidad de vida de aquellos que dedican muchas horas al día para desplazarse de un lugar a otro dentro de las ciudades, de los que viven en zonas contiguas a vialidades con gran afluencia vehicular.
Así como de las personas que son afectadas por las emisiones provocadas por las industrias o por la quema de biomasa y de todos aquellos expuestos a la contaminación del aire; especialmente a los más vulnerables, como son los infantes, los adultos mayores y los enfermos crónicos.
La Estrategia Nacional de Calidad del Aire propone impulsar un ordenamiento integral y sustentable del territorio, reorientar las prioridades de la planeación urbana, transitar hacia procesos productivos amigables con el medio ambiente, hacia el uso de energías limpias y renovables.
También, contar con industrias y un parque vehicular que apliquen nuevas tecnologías para mitigar la emisión de contaminantes a la atmósfera, así como reducir el uso de químicos tóxicos en zonas agrícolas.
Y mejorar las prácticas agropecuarias, migrar hacia procesos de combustión más eficientes en espacios cerrados y atender los daños a la biodiversidad de los ecosistemas provocados por la contaminación atmosférica.
Por otro lado, existen los Programas de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire (ProAire), que son instrumentos que establecen medidas y acciones a corto, mediano y largo plazo, para prevenir y revertir las tendencias del deterioro de la calidad del aire en una entidad federativa.
Responden a la necesidad de los estados de contar con un instrumento de carácter preventivo y/o correctivo en materia de calidad del aire y protección a la salud, así como para dar cumplimiento al marco jurídico aplicable en esta materia.
En la actualidad, en México se tienen 29 ProAire vigentes, con una población potencialmente beneficiada de 91 millones 945,454 habitantes, y dos más en elaboración, que cubrirán a 10 millones 129,450 habitantes.
Así, México trabaja para dar cumplimiento a nuestro derecho constitucional de vivir en un ambiente sano y detonar el crecimiento sostenible e incluyente, orientado a la preservación de nuestro patrimonio natural y al mejoramiento de la calidad de vida de la población mexicana.