El documento final que dará luz verde a los trabajos en el campo se firmará previsiblemente el 6 de noviembre próximo, según el comunicado de la mayor petrolera privada rusa, recogido por las agencias locales.
Lukoil (60 por ciento) y la japonesa Inpex (40 por ciento) se adjudicaron el proyecto en mayo y firmaron un contrato preliminar con Bagdad en julio, pero estaban a la espera de la aprobación del gobierno iraquí de la licencia para explorar, explotar y extraer crudo del campo.
La petrolera rusa asegura que el proyecto es de vital importancia ya que el citado yacimiento es uno de los más prometedores del país árabes en cuanto a reservas de crudo.
En virtud del contrato, el consorcio ruso-japonés se compromete a explorar el campo durante cinco años con una prórroga de dos años, plazo que se transformaría en 20 años si se confirma el hallazgo de reservas comerciales.
En caso de que el bloque 10 contenga las reservas necesarias para rentabilizar su explotación, el consorcio se compromete a invertir un mínimo de 100 millones de dólares en el proyecto.
En el campo situado en el sur del país y que tiene 5,500 kilómetros cuadrados de superficie, el barril de crudo será vendido por 5.99 dólares.
Este anuncio coincide con la visita del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que abordó hoy la cooperación económica, militar y humanitaria con su colega ruso, Dmitri Medvédev.
Lukoil ya explota a poco más de cien kilómetros el yacimiento de Qurna-2, uno de los más grandes de Irak, cuyos derechos había perdido con el derrocamiento de Sadam Husein en 2003 y recuperó en 2009 tras arduas negociaciones.
Irak revocó automáticamente todos los contratos firmados con el antiguo régimen, decisión que perjudicó mucho a Rusia, que era uno de los pocos países que mantenía una relación privilegiada con el régimen de Sadam, lo que no era bien visto por las nuevas autoridades iraquíes apoyadas por Estados Unidos.