"El barco se dirige a Nueva Zembla (archipiélago en el Ártico ruso). La denegación (de acceso a las aguas de la zona) emitida por la Administración de la Ruta Marítima del Norte (ARMN) no tiene ningún fundamento", dijo a Efe María Favórskaya, portavoz de la ONG, sin especificar el actual paradero del barco.
Greenpeace afirma haber enviado a la ARMN cuatro solicitudes de permiso para atravesar la ruta marítima del Norte a fin de hacer un seguimiento de la exploración de gas y petróleo realizada por la empresa rusa Rosneft y la estadounidense ExxonMobil en el Ártico.
Sin embargo, según la pagina web de la ARMN, la organización solo ha recibido tres de estas solicitudes, todas denegadas con el pretexto de que el certificado de clasificación del "Arctic Rise" no está debidamente formalizado.
Según Favórskaya, las autoridades rusas no quieren permitir que Greenpeace denuncie los daños medioambientales que podrían ocasionar las actividades de las petroleras dado que a día de hoy "no existen tecnologías que garanticen al cien por cien que la exploración sísmica del Ártico no afecte a su ecosistema".
Conforme a la ONG, las señales que emiten los dispositivos utilizados para realizar la exploración sísmica producen interferencias dañinas para los mamíferos que habitan en esa zona.
Los ecologistas apuntan también a que la primera plataforma de extracción de petróleo "Prirazlómnaya" en el Ártico ruso fue puesta en marcha "con un gran número de fallos técnicos y sin un plan de liquidación de fugas".
El gigante estatal ruso Rosneft se ha mostrado sorprendido al respecto y recomendó a los activistas seguir las noticias sobre los trabajos de exploración en el Ártico.
"Si los empleados de Greenpeace gastan todo el dinero de la organización para la propaganda y no pueden seguir las noticias, Rosneft está dispuesta a regalar a la ONG al menos un televisor para que tenga acceso a la información objetiva", dijo el portavoz de Rosneft, Vladímir Tiulin.
El portavoz del programa energético de Greenpeace, Vladímir Chuprov, salió al paso de esas críticas alegando que no hace falta tener un televisor para darse cuenta de las fugas de petróleo provocadas por las actividades de Rosneft.
En este contexto, recordó los graves daños a la naturaleza ocasionados por los derrames de petróleo en las inmediaciones de la ciudad de Pyt-Yakh (región rusa de Tiumen) o cualquier yacimiento grande en Siberia Occidental, en el distrito autónomo Yamalo-Nenetski o en la República de Komi.