El ministro de Industria, Kim Carr, dijo que negocia con los fabricantes de qué manera invertir esta subvención, que procede de la reserva para contingencias del presupuesto.
"Estamos ayudando a las ventas de vehículos y queremos asegurar que tenemos un mayor número de coches saliendo de las fábricas australianas", dijo Carr en una entrevista a la cadena ABC.
Carr señaló que el mandato para que el 100 por cien de los vehículos gubernamentales sea de fabricación australiano podría aumentar las ventas en 18,000 unidades al año.
El Ejecutivo laborista aprobó las medidas horas antes de pasar a gobierno en funciones y en el primer día de campaña para las elecciones generales del 7 de setiembre.
La oposición conservadora recriminó la ayuda aprobada por el gobierno, al que acusa de perjudicar al sector del automóvil con su política impositiva.
"Por un lado, (el primer ministro Kevin) Rudd coge el bate de beisbol y golpea al sector con 1,800 millones en impuestos y por el otro les da 177 millones para intentar salvarlo", dijo el portavoz de la oposición, Joe Hockey.
La industria del automóvil australiana, que genera unos 250,000 puestos de trabajo directos e indirectos, se ha visto afectada por la fuerte apreciación del dólar australiano y la competencia de marcas extranjeras.