El organismo internacional comprobó la crítica situación en la que están 200,000 personas afectadas por los ataques de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en el puerto de Tumaco, sobre el Pacífico.
La misión humanitaria a Tumaco y los ríos Mira y Caunapí estuvo presidida por el coordinador Humanitario de Naciones Unidas en Colombia, Fabrizio Hochschild.
El 22 de junio pasado, la organización rebelde dinamitó un tramo del oleoducto Trasandino, en el puerto de Tumaco, que ocasionó una tragedia ambiental y afectó a la población civil de la zona, que en su mayoría son campesinos y pescadores.
El representante de la ONU hizo un llamado de urgencia a las delegaciones del gobierno y de la guerrilla que mantienen un diálogo de paz en La Habana, Cuba, a adoptar medidas de desescalamiento de la confrontación para evitar más sufrimiento a la población civil.
La misión de la ONU comprobó las limitaciones al acceso de agua potable para 160,000 personas en la ciudad de Tumaco y de 20,000 más en la zona rural, y las afecciones de salud a las comunidades indígenas afectadas por el derrame del crudo.
“Estamos desesperados; el río es el corazón de nuestra comunidad, la única alegría para nuestros niños”, dijo un representante de un Consejo Comunitario, durante la visita del equipo humanitario de la ONU.
Según los cálculos de las autoridades, el atentado de las FARC, ocasionó el derrame unos 10,000 barriles de crudo vertidos por este ataque de la guerrilla, afectó “el 70 por ciento de los manglares del entorno, haciendo aún más penosa la vida y la subsistencia de las comunidades ribereñas y costeras”.
“Cerca de siete mil familias que dependen de la pesca, recolectores de moluscos, cultivadores de camarones y cazadores son víctimas directas de este nuevo derrame de petróleo. Especies menores –componente esencial de la alimentación de la población– también se ven afectadas por la contaminación”, apuntó.
A esta crisis socio-ambiental “sin precedentes en la región, se añade que las comunidades han sufrido durante años, como lo manifestaron muchas personas, condiciones de pobreza y la contaminación de sus ríos por crudo ilegalmente extraído del oleoducto así como por la aspersión aérea de cultivos de coca con glifosato”.
Las consecuencias ambientales y sociales de “este atentado son devastadoras para una población que desde hace años padece toda clase de impactos del conflicto armado y se cuenta entre las más pobres y abandonadas de Colombia”.
A la ONU “preocupa especialmente que los efectos van a prolongarse durante mucho tiempo. Todo esto debería llevar a sus autores a eliminar de su repertorio bélico este tipo de acciones que victimizan a los colombianos más vulnerables”.
Advirtió que ataques como los de Tumaco “tienen un impacto negativo en la ya mermada confianza pública en el proceso de La Habana y refuerzan el escepticismo y el pesimismo sobre la posibilidad de alcanzar un final negociado del conflicto armado”.