Si, según los expertos, no hay nada más saludable que dar 10,000 al día, la mejor opción para conseguirlo, si el tiempo lo permite, y cada vez está más raro, es acudir a la cita internacional para conocer las últimas novedades de los fabricantes de vehículos a motor.
Entre la zona de acreditación, a la entrada del Salón, y el último de los pabellones, el número 11 (en el que están repartidos BMW, Mini, Opel, Hyundai, Jaguar, Land Rover y Alpina) hay 1.5 kilómetros.
Debido a que las ruedas de prensa se suceden cada 15 minutos, y a que hay once edificios (en total ocupan 168 ,00 metros cuadrados), lo normal es que llegues con facilidad a recorrer los tan ansiados 10,000 pasos, unos 7.5 kilómetros, al final de la jornada.
Pero lo habitual en anteriores ocasiones (Frankfurt es bienal, se alterna cada año con el Salón de París) era hacer unos 20,000 pasos, según nos han explicado los compañeros que repiten edición tras edición.
Pues este año este objetivo va a estar más difícil porque son varias las marcas que se han dado de baja y han decidido no acudir a Frankfurt, bien porque carezcan de novedades relevantes bien por el alto coste que tiene estar representadas en un pabellón.
No están -y por tanto no se puede caminar de aquí para allá libremente por sus instalaciones- el Grupo galo PSA (Opel sí, pero no Peugeot, Citroen y DS), las asiáticas Toyota, Lexus, Kia, Mitsubishi, Nissan o Mazda; ni el grupo italo-americano FCA (Fiat Chrysler Automobiles), que engloba Fiat, Jeep o Alfa Romeo.
Renault está pero no está. Ha alquilado una zona de un pabellón para poder atender a los medios.
En definitiva, a menos marcas menos pabellones por los que transitar y disparar fotos, y, por tanto, menor trabajo para nuestros indicadores de actividad, que en algún caso, algo impensable otros años, podrían hasta vibrar para alertarnos de que llevamos un buen rato -el que les fijemos- sin movernos, lo que va en contra de un salón tan "saludable" como el de Fráncfort.
El ejemplo es claro. Los colegas de rueda de prensa más proclives a visitar todos los pabellones han logrado sumar, como mucho, 9.5 kilómetros, frente a los casi 15 km de otros años.
La razón para ello la tienen clara: el Salón este año está un tanto descafeinado por una menor participación de marcas.
Pero no todo tiene que ser deporte de zapatilla y andares rápidos. En la cita germana para los menos proclives a gastar suela hay vehículos de la organización que pueden transportarnos de un pabellón a otro.
Es el escaparate perfecto para que los marcas enseñen sus modelos más respetuosos con el medio ambiente, eléctricos 100 por ciento e híbridos enchufables.
Solo basta con levantar la mano y dar con una plaza libre, ya que los conductores van recogiendo a los periodistas según les vean y sin coste alguno.
Este servicio es otra de los rasgos diferenciadores que llaman la atención a los que, por primera vez, vienen a Fráncfort a cubrir la información de la industria de las cuatro ruedas.
Y también de las dos ruedas (bicicletas y patinetes) porque en esta edición también están presentes las diferentes propuestas de movilidad que, poco a poco, están llenando las calles de las principales ciudades del mundo.
Choca un poco que, en un momento en que se arrincona al automóvil y se demoniza al diésel, la organización dé espacio -en forma de pista de pruebas- a las bicicletas y los patinetes eléctricos.
Lo que podría parecer una incongruencia no lo es tanto, porque las marcas de vehículos han dejado de denominarse fabricantes y han pasado a hacerse llamar proveedoras de soluciones de movilidad.
Son varias las que han diseñado sus propias bicicletas y patinetes, a los que han buscado huecos en sus maleteros como solución para la movilidad de la última milla, la que se producirá para llegar al trabajo o hacer una gestión de modo sostenible en los centros de las ciudades con restricciones al tráfico rodado de los automóviles.
En definitiva, el Salón del automóvil de Frankfurt, que tras el de Ginebra es el segundo más importante del Viejo Continente, parece haber perdido fuelle y ha impedido a algunos narrar en sus redacciones las caminatas que han tenido que hacer para conseguir una exclusiva informativa.