"Queremos dejar claro que la resistencia continúa", proclamó Roland Süss, de la red antiglobalización Attac, una de las organizaciones que convocó las protestas en vísperas de la novena ronda de negociaciones que comenzará a partir del lunes en la ciudad de Nueva York.
La Unión Europea negocia desde mediados de 2013 con Estados Unidos el TTIP, que daría lugar a la creación del mayor espacio económico del mundo con 800 millones de consumidores.
Las empresas a ambos lados del Atlántico esperan que la supresión de aranceles -actualmente entre un cinco y un siete por ciento en el caso de Alemania y Estados Unidos- libere capital para más puestos de trabajo e inversiones.
Pero al mismo tiempo, la posible firma de este tratado comercial despierta recelo en la población alemana, temerosa de que implique el fin de estándares en la producción de alimentos y permita que inversionistas puedan demandar a un Estado ante tribunales de arbitraje cuando no estén de acuerdo con las leyes de ese país.
"Este acuerdo encierra un gran riesgo y es que limitará nuestros derechos democráticos. En el futuro, los grandes grupos tendrán mayor influencia en la elaboración de las leyes", advirtió el gerente de la organización ambientalista Foodwatch, Thilo Bode, en declaraciones a la emisora NDR-Info.
"El TTIP va a poner todo patas arriba: los criterios para alimentos, medio ambiente, empleo, servicios públicos", sostuvo, por su parte, el presidente del partido La Izquierda, Bernd Riexinger.
En Colonia se dieron cita varios centenares de personas que corearon canciones de carnaval con textos alusivos al tratado en los que demandaban mayor protección al entorno, los empleados y los consumidores. En Stuttgart, en el sur del país, salieron a la calle cerca de un millar de manifestantes.
El Partido Los Verdes instó a la Comisión Europea y al gobierno germano a tomar en serio las protestas. La alianza de los detractores abarca desde sindicatos e iglesias hasta empresas medianas, protectores de datos y ambientalistas, dijo la diputada verde Katharina Dröge.
La canciller alemana, Angela Merkel, aboga desde hace tiempo por la firma del tratado y destaca la importancia de la supresión de barreras comerciales para Alemania como nación exportadora.