La desglobalización era ya un hecho antes del estallido de la crisis del coronavirus y ahora todo apunta a que esas tendencias se acelerarán junto a las ventajas de la entrada en vigor el próximo 1 de julio del T-MEC (tratado entre México, Estados Unidos y Canadá).
Según coinciden expertos y empresarios, la tendencia a un mercado cada vez más integrado en Norteamérica abre múltiples oportunidades a las empresas mexicanas como ya ha demostrado el éxito de las factorías de autopartes para la industria automotriz de Estados Unidos.
"La actual crisis del coronavirus ha demostrado la importancia de la cercanía de nuestras empresas a Estados Unidos y la certidumbre asegurar los suministros", explicó este miércoles a Efe Eduardo Solís, miembro del consejo directivo de la Confederación de Cámaras Industriales de México (Concamin).
"México tiene todo para beneficiarse de ese gran mercado integrado de Norteamérica. Tenemos el instrumento comercial, (T-MEC), la ubicación, una base robusta de proveedores y una mano de obra altamente cualificada", agregó Solís, quien durante 12 años ha sido y hasta el pasado mes de febrero el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz.
El quinto elemento clave para el éxito de las empresas mexicanas es, según Solís, es que el Gobierno federal promueva y facilite los negocios y evite "todo aquello que sea regulador y que vaya en contra de la promoción de las empresas".
"Por ello, -prosiguió- es el momento para que las empresas, los gobiernos federal, estatales y municipales trabajemos juntos y de la mano para que los negocios y el país prosperen".
Hacia la desglobalización
La llegada de Trump a la Casa Blanca provocó incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), las inversiones y el desarrollo de México.
Incertidumbre que afortunadamente se ha disipado con la negociación satisfactoria del nuevo T-MEC.
La entrada en vigor en unas siete semanas del T-MEC ya era suficiente incentivo para el desarrollo de las industrias mexicanas y a ello se unen ahora las tendencias a la desglobalización, o lo que es lo mismo, la menor dependencia de Estados Unidos de los proveedores chinos y asiáticos.
"Desde la crisis del 2008 el comercio mundial no ha podido mantener el ritmo con el PIB mundial -por el resurgir del proteccionismo- cuando en las seis décadas anteriores, el crecimiento del comercio duplicaba al del PIB", explica a Efe Ricardo Lago, economista que fue director en la Secretaria de Hacienda de México en los ochenta y ha trabajado en los bancos Mundial y Europeo.
"A las guerras comerciales se suma ahora el desencanto con las cadenas de suministro multinacionales -sobre todo las más complejas que recorren varios y lejanos países- cuyos riesgos ha puesto en evidencia el coronavirus", asegura Lago.
Es por ello que la pandemia ha mostrado la "cara fea" de la globalización por la vulnerabilidad para las empresas de Estados Unidos y europeas la excesiva dependencia de cadenas globales de suministro en una situación de emergencia como la actual.
"El declive de las cadenas de suministro va a ser una calamidad para muchos países en desarrollo, pero, paradójicamente, para México puede representar una oportunidad histórica, si el gobierno juega bien sus cartas con empresarios e inversionistas locales y extranjeros", destaca Lago.
De esta forma, México podría convertirse -continúa- en el receptor y beneficiario principal del desplazamiento de las cadenas de suministro de las empresas estadounidenses que hoy operan en Asia.
"Muchas empresas de Estados Unidos no son rentables sin las ventajas de cadenas de suministro de los países cercanos. Pero ojo que México es el más cercano, mas no el único", dijo.
Integración del mercado de Norteamérica
La dependencia de las cadenas de suministro de las empresas del sector automotriz, aeronáutico, electrónico y otros de Estados Unidos con México se ha puesto de manifiesto durante esta crisis y hasta qué punto hay una necesidad a ambos lados de la frontera.
Ambos Gobiernos están negociando esta semana la manera de sincronizar la vuelta al trabajo de las empresas mexicanas y estadounidenses porque sin los suministros producidos en México no se pueden fabricar rentablemente muchos productos manufacturados como los automóviles en Estados Unidos.
"Necesitamos homologar los sectores esenciales en automotriz o aeronáutica para que haya una sana sincronía respetando por supuesto los protocolos de sanidad", asegura Eduardo Solís.
De ahí que las empresas norteamericanas reclamen a Trump que solicite a México la progresiva vuelta al trabajo de las empresas de autopartes mexicanas.
El acuerdo beneficia a ambas partes y confirma la importancia de ese mercado integrado de Norteamérica definido con claridad en el T-MEC.
Y una vez que pase la coyuntura de la crisis del coronavirus, ¿está preparado México para responder al reto de la integración comercial?
A Eduardo Solís no le cabe duda que México está preparado y que, en consecuencia, el T-MEC y la desglobalización favorecerán a las empresas mexicanas para competir en sector claves como la electrónica, equipos médicos, farmacéutica o textil además de los ya citados del automotriz y el aeronáutico que son dos casos de éxito.