"Hasta Piñera está de acuerdo", comentó en algún momento del pleno el presidente anfitrión, el veterano socialista cubano Raúl Castro, para mostrar su buena sintonía con el presidente de Chile, el conservador Sebastián Piñera.
El líder cubano se mostró siempre de buen ánimo en la cumbre que llevó a la isla a 29 jefes de Estado y de gobierno.
La segunda cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) reunió en Cuba a 33 países del continente americano, todos con excepción de Estados Unidos y Canadá.
La cita había sido interpretada de antemano como un espaldarazo al castrismo frente al embargo económico al que Estados Unidos somete a la isla desde hace más de medio siglo. Todos los asistentes rechazaron las sanciones "anacrónicas" contra La Habana.
"No habrá verdadera integración económica en América Latina y el Caribe sin Cuba", dijo la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, una de las más enfáticas al defender al castrismo. También el texto final de la cumbre, la Declaración de La Habana, incluye la exigencia a Washington de que ponga fin al "bloqueo" a Cuba.
En otros puntos, sin embargo, primó una mayor cautela que refleja un acuerdo de mínimos en el bloque. Venezuela se había pronunciado antes de la cita por la incorporación a la CELAC de Puerto Rico, un estado libre asociado de Estados Unidos, un tema que la declaración recoge de manera mucho más comedida.
"Reiteramos que (Puerto Rico) es asunto de interés de Celac", indica el texto tras reconocer a la isla caribeña únicamente su "carácter latinoamericano".
Otros participantes se distanciaron durante la sesión plenaria de la contraposición de la Celac como alternativa a la Organización de Estados Americanos (OEA), el organismo hemisférico con sede en Washington al que sobre todos los países del eje bolivariano del ALBA acusan de ser un "instrumento de dominación" de Estados Unidos.
"La misión de Celac no es oponerse ni competir con otras entidades existentes", sostuvo durante su intervención la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. El bloque "no existe para buscar necesariamente enemigos sino para desarrollar iniciativas y desarrollar también mejores aliados".
Entre los asistentes a la cumbre estuvieron además del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el líder de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, que mantuvo todo el tiempo un perfil bajo pese a celebrar un encuentro con Raúl Castro.
Entre los "importantes acuerdos sobre temas trascendentales" destacados por el líder cubano en su discurso de clausura está la declaración de América Latina como "zona de paz".
La "proclama" subraya el compromiso de los países de la Celac de "no intervenir directa o indirectamente" en asuntos internos de otros países y el respeto del "derecho inalienable" de cada Estado a elegir su sistema político.
El texto satisface sobre todo las posiciones de Cuba, que acusa habitualmente a Estados Unidos de buscar el cambio de régimen en la isla y a los disidentes de ser "mercenarios" financiados desde el extranjero para desestabilizar el país.
En los días previos, la oposición cubana reportó la detención de decenas de activistas en medidas para evitar protestas durante la cita de la Celac, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN).
El grupo opositor fue recibido el miércoles por diplomáticos de Costa Rica, el único país que respondió a una solicitud enviada antes de la cumbre a países como México, Colombia, Uruguay y Chile, según la CCDHRN.
Fue sobre todo en el plano bilateral donde se pudo ver resultados más concretos. La Habana sirvió de escenario para el primer encuentro cara a cara entre los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, y de Perú, Ollanta Humala, después del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que determinó que Lima y Santiago deben volver a trazar su frontera marítima.
Ambos países, que tienen una vieja rivalidad desde la Guerra del Pacífico en el siglo XIX, se comprometieron durante una comparecencia conjunta a aplicar el fallo "en los plazos más breves" y de "forma gradual.