El inicio de las discusiones formales del TLCAN está programado para el 16 de agosto, la fecha más próxima a partir de que la administración Trump notificó al Congreso su intención de renegociar el acuerdo en mayo pasado. El secretario de Relaciones Exteriores de México declaró en julio que Estados Unidos y México están buscando lograr un acuerdo en términos generales para el cierre de 2017 y que las elecciones venideras en ambos países (elecciones federales en México el 1 de julio de 2018, seguidas por las elecciones de Congreso en Estados Unidos en noviembre de 2018) imponen un plazo político ajustado para la renegociación y aprobación.
Aunque se desconoce el resultado final, los riesgos derivados de la renegociación parecen haberse disminuido recientemente para la economía mexicana. En abril pasado, el Presidente Trump declaró que todavía estaba considerando la salida del TLCAN y aún hay margen para cambios imprevistos en la política comercial de la administración. Sin embargo, los objetivos publicados por el Representante Comercial de Estados Unidos en julio, pese a reiterar la intención de reducir el déficit comercial de Estados Unidos respecto a los demás países del TLCAN, incluían mantener como una prioridad el mutuo acceso libre de aranceles para los productos industriales. Asimismo, sugieren que es menos probable que Estados Unidos trate de utilizar reglas de origen para restringir el acceso de México al mercado estadounidense.
La incertidumbre en torno al proceso de renegociación podría pesar aún sobre la inversión mexicana (incluida la inversión extranjera directa) y el consumo. Si las discusiones se desplomaran y Estados Unidos actuara conforme a sus advertencias previas de retirarse del tratado, ello ocasionaría una disrupción comercial y desconcierto en los mercados financieros, aunque la restitución de las reglas de la Organización Mundial del Comercio podría moderar en cierta medida el impacto.
Un posible resultado más positivo sería que el tratado se ampliara para incluir sectores nuevos, tales como energía y comercio electrónico, así como avances en materia de administración aduanera y facilitación del comercio (también uno de los objetivos comerciales de Estados Unidos difundidos en julio). Reglas de origen actualizadas podrían beneficiar a México si se incrementara el contenido regional, por ejemplo, en productos electrónicos (potencialmente a expensas de los productores asiáticos). La actualización del TLCAN también podría impulsar los esfuerzos del gobierno mexicano para la reforma estructural económica, por ejemplo, al promover mayor inversión extranjera y competencia en los sectores de energía y telecomunicaciones.
Los riesgos menores para el crecimiento económico, junto a la estabilización esperada de la carga de deuda pública, fueron los factores clave considerados por Fitch para revisar a Estable desde Negativa la Perspectiva de la calificación soberana de México de BBB+ el pasado 3 de agosto. El desempeño económico resiliente de México en el primer trimestre de 2017 contribuyó a que la agencia aumentara sus proyecciones de crecimiento del producto interno bruto a 2.0 por ciento para 2017 y 2.2 por ciento para 2018 en su más reciente Perspectiva Económica Global emitida en junio de 2017, desde 1.5 y 2.1 por ciento respectivamente.
Estas proyecciones de crecimiento no incorporan ningún resultado en específico de la renegociación del TLCAN. Sin embargo, un supuesto clave en el análisis de Fitch de la calificación soberana es que cambios en el tratado no dejarán al sector industrial mexicano en desventaja en el mercado estadounidense.