En su labor diaria en la tercera economía mundial, las empresas aseguran ser objeto de políticas gubernamentales discriminatorias y de un tratamiento legal contradictorio.
El documento refleja que el 38 por ciento de las empresas estadounidenses no se sienten bien acogidas en el mercado chino, un 12 por ciento más que en la última encuesta, realizada en 2009, y un 15 por ciento más que en 2008.
El informe demuestra que las compañías de Estados Unidos creen que se enfrentan a una discriminación de su producto frente a las adquisiciones de las empresas estatales, así como en el trato del gobierno.
"Más de la mitad de las compañías estadounidenses que informan que sus ventas han caído, o que creen que van a caer, están preocupadas por el sector de las empresas estatales chinas", explicó Michael Barbalas, presidente de la Cámara estadounidense.
El empresario aseguró que apoya el proceso de innovación y desarrollo en las empresas domésticas chinas, pero recordó que "limitar los participantes y reducir la competitividad no anima a la innovación".
La difusión del informe coincide con la escalada de tensión entre Washington y Pekín, a cuenta de asuntos tan dispares como la revaluación del yuan, la polémica abierta con Google y la venta de armas por parte de Estados Unidos a Taiwán.