El consejo de gobierno de la entidad rebajó por última vez los tipos en septiembre hasta el mínimo histórico del 0,5 por ciento y fijó intereses negativos al dinero aparcado por los bancos en la entidad para alentar su circulación.
Desde entonces, sin embargo, diversos indicadores apuntan a que la economía de los 18 socios del euro sigue débil y que la inflación se hunde, alentando el riesgo de deflación. La caída en los precios del petróleo podría forzar ahora una reacción del banco.
El presidente del BCE, Mario Draghi, anunció ya en septiembre una rebaja en las previsiones de inflación y mañana podría repetir la escena en su tradicional conferencia de prensa posterior a la sesión del consejo de gobierno, la primera en la nueva sede del BCE.
Las perspectivas de una inflación más baja abrirán a su vez el camino a una nueva serie de medidas de estímulo a la coyuntura que el banco podría adoptar ya en 2015, incluyendo un programa de compra de deuda pública.
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"Esperamos que Draghi envíe señales de que el banco se predispone a una nueva dosis de medidas de estímulo monetario y de que posiblemente se lancen el año que viene", analizó Marco Valli, economista jefe para la eurozona del banco UniCredit.
Las cifras publicadas la semana pasada por la oficina de estadísticas de la Unión Europea (UE) situaron el desempleo en un 11.5 por ciento, casi el máximo registrado, y confirmaron el impacto que el débil crecimiento y la caída del precio del petróleo está teniendo en la inflación, que cayó a un 0.3 por ciento anual en noviembre.
"La fuerte caída del petróleo, que podría llevar a una previsión menor del aumento de los precios de la energía en 2015, es el principal cambio que afrontarán las últimas proyecciones del BCE", constataron los analistas del Danske Bank a sus clientes.
Draghi pronosticó en septiembre una inflación del 0.6 por ciento, por debajo del 0.7 previsto en junio. Ambos datos se mantiene lejos del objetivo del BCE para garantizar la estabilidad de precios (por debajo pero cerca del dos por ciento).
El problema particular que representa la caída en los precios del crudo es que representa un arma de doble filo para la eurozona: por un lado ayuda a la economía al bajar los costos de la energía, por el otro aumenta el riesgo de deflación.
Con las tasas de interés ya cercanas a cero, el programa de compra de bonos públicos es una de las pocas herramientas que quedan disponibles al BCE para estimular la coyuntura.
Sin embargo, los expertos advierten de que su implementación dependerá en gran medida de que Draghi logre vencer el rechazo que la medida genera sobre todo en Alemania.