En lo que va de este año, sólo el 11 por ciento de los mexicanos considera que la economía del país ha mejorado, mientras que quienes mencionan que la situación económica ha empeorado representan el 62 por ciento.
El punto de quiebre en la modificación de las percepciones económicas ocurrió en la crisis del 2009, cuando el crecimiento del país fue negativo (-4.7 por ciento). Y podemos decir que partir de este año, las percepciones de la gente sobre la economía mexicana se han mantenido deterioradas. No es algo que sucedió con la administración de Peña Nieto, sino que fue un pesimismo heredado del gobierno de Felipe Calderón al actual gobierno.
Llama la atención, entonces, la diferencia entre los datos duros que ofrecen el crecimiento económico y la percepción de la población mexicana hacia la economía nacional.
Fotogalería
Lo que sí cambió con la gestión del gobierno de Enrique Peña Nieto es la percepción prospectiva de la economía, es decir la visión pensada para los próximos 12 meses, ya que hasta el primer trimestre del 2013, eran más quienes creían que la economía podría mejorar que quienes pensaban que podría empeorar.
La percepción de que la economía del país mejorará a futuro ha descendido desde un 41 por ciento en la primera parte del 2013 hasta un 22 por ciento en 2016: diecinueve puntos en ocho años.
Junto a esto también existe una aprobación baja hacia las autoridades, específicamente a gobernadores y Presidente de la República. Tal como declaró el presidente Enrique Peña Nieto hace algunas semanas: hay señalamientos de un ánimo “decaído” y un “mal humor social”, a pesar de que México está avanzando y creciendo.
Según la literatura, la baja aprobación hacia las autoridades está asociada con los niveles de percepción económica. La teoría de la elección racional - o rational choice - es una de las escuelas que explica el comportamiento electoral, la cual apunta que el individuo tiende a maximizar su utilidad o beneficio y a reducir los costos o riesgos para lograrlo. Bajo este precepto, la situación económica es probablemente la variable más importante para explicar los niveles de satisfacción de los ciudadanos con sus gobiernos, así como para expresar su comportamiento electoral. De entre todas las políticas públicas y programas de gobierno, el desempeño en el terreno económico es el más observado y el referente que sirve para castigar o premiar la gestión gubernamental.
Ante esto se puede hablar de un escenario caracterizado por el “castigo ciudadano” ante la percepción negativa de la economía, la cual se manifiesta en una baja aprobación a las autoridades. Es interesante analizar qué otros factores, aparte de lo económico, inciden en este “mal humor social”, y cómo afectaran en los resultados para las elecciones de este 5 de junio.