Empresas como la tecnológica Baidu -creadora del buscador más popular en China ante el censurado Google- recibieron permiso el pasado otoño para que sus "robotaxis" puedan empezar a cobrar por el servicio, algo que también se está haciendo ya en Estados Unidos, que se prevé como el principal competidor del gigante asiático como pioneros de esta tecnología.
En una demostración en la que participó Efe no hubo que tocar el pie del acelerador, ni mover el volante, ni poner los intermitentes: es el propio coche el que cambia de velocidad o frena gracias al 'big data' que decide desde cómo afrontar la conducción a interactuar con los pasajeros.
Ya dentro del vehículo, el taxi no arranca hasta que las puertas están completamente cerradas y los pasajeros se hayan puesto el cinturón, momento en que se activa un sistema de navegación autónoma que aprovecha la conexión 5G para recibir datos del entorno y que está conectado a cámaras con detección de movimiento.
"Cualquiera que viva en estas zonas puede pedir un robotaxi para que le lleve de la oficina al trabajo. Se usa la aplicación Luobo Kuaipao, que funciona de modo similar a Didi, el Uber chino", explican desde el parque tecnológico Apollo de Baidu en Pekín.
La tarifa que se cobra es equivalente al servicio 'premium' de Didi y cuesta unos 58 yuanes -8,37 euros u 8,81 dólares al cambio- por un viaje de 10 kilómetros.
Además, los coches cuentan con una tecnología de apoyo gracias a los sensores de modo que, en caso de mal funcionamiento, el vehículo se para en el lugar más cercano hasta que pueda ser recogido.
"Acumulamos más de 27 millones de kilómetros de test en los últimos nueve años sin haber registrado ningún accidente", comentan sus trabajadores durante la presentación, que tuvo lugar en carreteras cercanas al parque tecnológico en las afueras de Pekín.
CHINA BUSCA LIDERAR EL MERCADO
Hasta ahora, era necesario que un conductor de seguridad vigilara los viajes desde el asiento del piloto pero, según anunció Baidu este mismo jueves, diez de sus taxis autónomos podrán recorrer un área de 60 kilómetros cuadrados en el retirado distrito de Yizhuang de la capital china sin que nadie se tenga que sentar al volante.
Al margen de Pekín, otras siete ciudades también ofrecen el servicio de Baidu de robotaxis, bautizado como Apollo Go en inglés, y la empresa prevé que hasta 65 ciudades lo ofrezcan para el año 2025 y 100 para 2030.
En este momento se utiliza el modelo Hongqi EV, un tipo de vehículo tipo SUV producido por Baidu y FAW que tiene un nivel 4 sobre los 5 que existen para clasificar la conducción autónoma.
Para el quinto nivel, la marca apostó por tecnología de automovilísticas chinas como WM Motor, Aion y Arcfox, esta última de la estatal BAIC, que el pasado junio anunció que fabricará en los próximos tres años un millar de robotaxis "low cost" por valor de unos 500.00 yuanes (75.976 dólares, 72.190 euros) cada uno.
Y es que China quiere liderar el desarrollo de los robotaxis en plena competencia tecnológica con EE.UU., donde empresas como Waymo o Lyft ya están probando productos similares para entrar en un mercado que se espera que crezca a un ritmo anual del 136 % en la próxima década, según un informe elaborado por Reportlinker.
La firma asegura que el crecimiento del mercado estará impulsado por una elevada demanda de servicios de transporte de personas, el desarrollo tecnológico en el sector del automóvil, la creciente demanda de transporte público de eficiente consumo y el desarrollo de infraestructuras.
Las cifras son mareantes según los pronósticos de Baidu, desde donde aseguran que el valor de este mercado podría sobrepasar los 1,3 billones de yuanes (197.421 millones de dólares, 187.593 millones de euros) en los próximos años.
Pero en China Baidu no será la única en desarrollar esta tecnología: esta semana, Pony.ai, una empresa emergente de vehículos autónomos en la ciudad sureña de Cantón, obtuvo también una licencia que le permitirá operar 100 robotaxis en un área de 800 kilómetros cuadrados.
Y también está en el negocio AutoX, respaldada por el gigante Alibaba, que también opera robotaxis en una zona de 168 kilómetros cuadrados en el distrito de Pingshan de la ciudad sureña de Shenzhen, y cuyos robotaxis también utilizan la quinta generación de conducción autónoma.
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