El mayor fabricante japonés del sector por volumen de ventas cuenta con cuatro plantas de ensamblaje de vehículos en China que cerraron temporalmente desde finales de enero por el brote, y que volvieron a operar progresivamente aunque por debajo de su volumen máximo de producción.
Dos de estas plantas, ubicadas Changchun (este) y Chengdu (oeste), operarán desde el lunes al mismo nivel que lo hacían antes del cierre temporal por Año Nuevo chino, que se extendió hasta mediados de febrero, según explicó hoy un portavoz de la compañía.
Otras dos plantas de Toyota en China continuarán con su producción por debajo de lo habitual, mientras que la totalidad de sus instalaciones en Japón volverán a la normalidad desde el próximo día 9.
A la hora de tomar estas decisiones, Toyota "ha dado la prioridad a la seguridad de todas las partes implicadas", y en particular de los "proveedores en primeras línea" durante el brote del COVID-19, dijo un portavoz de la empresa, con sede en Nagoya (centro de Japón), en una nota distribuida a los medios.
Los cortes en la producción tendrán un previsible impacto en las cuentas de resultados de Toyota Motor, a lo que se sumará la caída de las ventas en China, que supone el segundo mayor mercado del líder nipón del automóvil tras Estados Unidos.
Las ventas de vehículos de Toyota en China se desplomaron un 70 por ciento interanual el pasado febrero hasta las 23,800 unidades, según los datos publicados esta semana por la subsidiaria china del fabricante nipón.
Otras empresas japoneses del sector automotriz como Nissan, Honda o Isuzu también se vieron obligadas a suspender temporalmente su producción o a reducirla debido a las interrupciones del suministro y otros obstáculos logísticos en China, país del que proceden el 30 por ciento de las importaciones japonesas de piezas de repuesto.