Diferentes funciones, diferente diseño
Eso sí, el parabrisas de un coche de competencia de este nivel tiene poco que ver con el de uno de calle, pues solo ha de cumplir dos funciones: ofrecer visibilidad y protección contra el viento u objetos que pudieran impactar en el piloto. En un modelo de calle, el parabrisas ha de cumplir otras funciones, la primera, aportar resistencia estructural para ayudar a que el techo no se hunda en caso de vuelco. Los coches de carreras disponen de resistentes monocascos de fibra de carbono (prototipos) y de jaulas de seguridad con barras antivuelco (GTs) que cumplen ese cometido. Además, el parabrisas de un automóvil de serie sirve de apoyo para que se despliegue el airbag del acompañante, elemento que los coches de carreras no tienen. Por último, en la mayoría de los automóviles modernos el parabrisas aloja cámaras y sensores de los sistemas de seguridad ADAS, que tampoco se usan en competencia.
Teniendo en cuenta estos factores, el policarbonato es el mejor material para el parabrisas de un coche de las 24 Horas de Le Mans: pesa un 50 por ciento menos –algo vital en las carreras- y ofrece superior resistencia a la perforación en caso de impacto de algún elemento. El policarbonato no sirve para los coches de calle por varios motivos: falta de rigidez, se raya con mucha facilidad, enturbiando la visibilidad y provocando molestos reflejos; es menos transparente que el cristal y ofrece una peor calidad de visión; y tiene un montaje menos preciso.
El reto de mantener el parabrisas limpio en Le Mans
Los coches de competencia dejan mucha suciedad en la pista, procedente de las virutas de goma que se desprende de sus neumáticos y de aceite y otros líquidos. Muchos de estos elementos acaban en el parabrisas del coche que va detrás bien pegado, pues en las carreras no hay que mantener la distancia de seguridad. Para mantener la mejor visibilidad posible a lo largo de las 24 horas de Le Mans, los mecánicos limpian en profundidad el parabrisas en cada parada en boxes (cada 40 minutos, aproximadamente) con potentes productos de limpieza.
Pero la suciedad se incrusta tanto por las elevadas velocidades, que esto a veces no es suficiente. Por este motivo, se montan finas láminas de plástico traslúcidas por encima del parabrisas, que se van retirando cuando ya no pueden limpiarse, a medida que va avanzando la carrera. El ganador de la edición de 2018 llevaba instaladas once de estas láminas, número máximo que suele emplearse, pues a partir de ahí se distorsiona la imagen y se compromete la visibilidad del piloto.
Los limpiaparabrisas también ofrecen muchos retos. En competición suelen ser de un solo brazo, para reducir la resistencia aerodinámica y porque no es tan necesario, como en la calle, que su barrido llegue a todas las esquinas. Los pilotos han de ser cuidadosos, pues si llevan mucha suciedad acumulada en el parabrisas, accionarlos puede empeorar la situación, en lugar de mejorarla.