El 30 de abril de 1991 salía de la cadena de montaje de la planta automotriz VEB Sachsenring Automobilwerke Zwickau, en el Estado federado de Sajonia, la última unidad de esta leyenda con ruedas, la 3.096,099 de todas las que habían sido fabricadas desde 1957.
A pesar de que sólo quede una centésima parte en circulación, este coche ya de culto, continúa contando con adeptos, como Christian Overbeck, de 25 años, que tenía sólo cinco cuando el Trabi (o Trabbi, como se le conocía popularmente) dejó de producirse.
El joven, que nació y creció en Alemania Occidental, quedó fascinado con este pequeño vehículo, con motor de dos cilindros a dos tiempos y una carrocería fabricada a partir de una mezcla de resina fenólica y algodón, cuando en la Pascua de 1990, durante una vista a la RDA, vio a su padre conducir un modelo azul claro.
"Sólo sé que ese coche era diferente a todos los que conocía, eso lo noté. El Trabant era diferente", afirma Overbeck, que por aquel entonces no conocía más que el Volkswagen Passat Kombi de su familia y el Mercedes W123 que conducía su padre cuando hacía de taxista.
Debió haber hablado con tanta obsesión del coche en cuestión, que no tardaron en regalarle una réplica en miniatura, a la que se fueron sumando nuevos modelos año tras año en las visitas que solían hacer a la familia Karakulin, los propietarios del Trabi azul claro, cuenta al diario Der Tagesspiegel.
Sólo sé que ese coche era diferente a todos los que conocía, eso lo noté. El Trabant era diferente
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Completan su colección una pequeña biblioteca con publicaciones como "Trabbi, la leyenda vive", "Trabant: leyenda sobre ruedas", "Nosotros y nuestro Trabant", "La historia del Trabi" e incluso por duplicado "La enciclopedia automovilística del Trabant".
No faltan tampoco documentos de la época, como diplomas de certificación de calidad o contratos de compra, como el del señor Lehmann, de Karl-Marx-Stadt (Ciudad de Karl Marx, la actual Chemnitz).
"Estimado Señor Lehman. Por la presente le pedimos que acuda con su documentación de pedido para proceder al cierre del contrato de compra. Saludos socialistas", reza la carta dirigida al afortunado conductor, tras varios años de paciente espera para su entrega, con frecuencia mas de una década.
Pero Overbeck no es el único que rinde su particular homenaje al Trabant con estas reliquias: Alemania cuenta con más de un centenar de club de fans del mítico "coche de cartón piedra".
Además, Zwickau, la cuna del coche por excelencia de la Alemania Oriental, acogerá entre el 24 y el 26 de junio el Encuentro Internacional de Conductores de Trabant (ITT).
Esta afición ha cruzado incluso el charco, donde se calcula que deben existir unas 250 unidades de este vehículo, que alcanzaba -cuesta abajo- los 100 kilómetros por hora.
"Nosotros los conductores de Trabi somos una raza aparte aquí en Estados Unidos y necesitamos comunicarnos entre nosotros si queremos conservar nuestros Trabant", afirma Matt Annen, administrador del portal "Trabant USA".
Subraya que "después de todo, el Trabant es un vehículo motorizado de una increíble importancia histórica, simbolismo político y logro tecnológico diferente a cualquier otro coche de coleccionista".
En septiembre de 2009, el Salón del Automóvil de Frankfurt presentaba una versión con motor eléctrico del Trabi, el "Trabant nT", sencillo y ligero como su antecesor, pero robusto y equipado con un motor eléctrico con una batería de iones de litio con alcance para 160 kilómetros.
No obstante, para los nostálgicos como Overbeck, nada como un Trabi como los de antes.
En 2009, el joven se convertía en el orgulloso propietario de un Trabant de 1986, su tercero ya, por el que pagó 2,450 euros.
El joven dio en internet con el coche, "azul claro y en buen estado", que con sus correspondientes arreglos acabó siendo una copia casi exacta de aquel que recordaba de sus vacaciones de Pascua en la ciudad de Röblingen.