No obstante, hay diferentes campos de aplicación para los que se requieren otras tecnologías.
Entre otros, la limpieza puntual antes de las reparaciones, la eliminación de la pintura de protección de bajos en modelos más antiguos o el acondicionamiento del interior en vehículos exclusivos. La pulverización con hielo seco es especialmente adecuada para todas estas aplicaciones. Ahora incluso más, ya que actualmente está disponible en el mercado una solución compacta que produce hielo seco de forma autónoma, por lo que permite un uso más flexible en la rutina del taller.
Pulverización con hielo seco: funcionamiento de la tecnología
La pulverización con hielo seco es un proceso de rociado de partículas, en el que se utilizan pellets de CO2 con un tamaño de 0.5-3 milímetros como detergente abrasivo. Al contrario de lo que ocurre con la mayoría de los otros medios de rociado, que no cambian su estado de agregado sólido durante el proceso de trabajo, el efecto sobre la superficie no se basa únicamente en el impulso mecánico aplicado. La energía mecánica se une a la energía térmica, lo que genera un rendimiento de limpieza muy elevado.
Los pellets de hielo seco impactan sobre la superficie con una temperatura de -79 °C y una velocidad de 150 m/s. De este modo, emiten su energía cinética. Como consecuencia del frío, la suciedad se vuelve frágil y quebradiza, por lo que se elimina de forma más fácil.
Otro efecto es la denominada sublimación: partes del dióxido de carbono congelado penetran en las grietas de las costras de suciedad o revestimientos de pintura, pasan de un estado sólido a un estado gaseoso y, al multiplicar por 400 su volumen, eliminan verdaderamente la suciedad. Lo único que queda son las sustancias desprendidas, que, dependiendo de la cantidad y la composición, se eliminan con el aire comprimido disponible o se recogen con aspiradores.
El procedimiento apenas es abrasivo y no deja restos de detergente abrasivo, agua sucia ni humedad, por lo que permite eliminar con cuidado y sin esfuerzo la suciedad de superficies especialmente delicadas. La pulverización con hielo seco está especialmente indicada también para zonas en las que no se puede utilizar agua. Las diferentes geometrías y tamaños de boquillas permiten la adaptación a cada aplicación. Los pellets se desmenuzan en un triturador, para una limpieza especialmente cuidadosa.
Equipo de pulverización, compresor y pellets: aspectos que deben considerarse al elegir
Los grandes equipos de pulverización con hielo seco, que incluso son adecuados para la eliminación de pintura de las superficies, consumen entre 30 y 100 kilogramos de hielo seco por hora. El equipo de pulverización incorpora los pellets en un chorro de aire a presión, que se propaga sobre la superficie a través de una manguera de alimentación de pellets con pistola y boquilla.
El aire comprimido necesario se obtiene a través de una red de aire comprimido o directamente a través de un compresor que suministra una presión y cantidad de aire suficiente. El aire comprimido debe ser al menos de gama 3 (ISO 8573- 1), por lo que se recomienda el uso de un separador de agua o de aceite, así como un subenfriado.
Los pellets de hielo seco se producen en grandes prensas hidráulicas, las llamadas peletizadoras y se suministran en la mayoría de los países industrializados con un servicio durante las 24 horas. Si los pellets se conservan en las cajas de aislamiento suministradas, se mantienen aptos para el uso entre tres y cinco días. Con el tiempo, los pellets pierden volumen y la humedad del aire se condensa en ellos. Esto produce la disminución de su grosor y que los pellets se adhieran entre sí: el rendimiento de limpieza disminuye, por lo que al final los pellets ya no pueden utilizarse.
Si se realizan consumos elevados continuos y no se quiere depender de las cadenas de suministro, es posible producir de forma autónoma y, según sea necesario, el granulado de hielo seco con CO2 líquido mediante una peletizadora y un tanque de baja presión.
Recientemente se ha comercializado una solución para la limpieza puntual, en la que el equipo de pulverización con hielo seco produce de forma autónoma los pellets necesarios, justo cuando se efectúa la limpieza y en las cantidades necesarias.
El usuario sólo debe disponer de CO2 líquido, que puede almacenarse sin pérdidas en botellas; así como de una red de aire comprimido y de un compresor compacto. Gracias a un concepto de uso intuitivo y múltiples sistemas de asistencia para la vigilancia de la presión de rociado mínima o el riesgo de sobrecalentamiento, es posible el uso sin necesidad de largas explicaciones ni planificación.
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