La fábrica en Tula, con valor de 500 millones de dólares, empezó a funcionar tras cuatro años de construcción con una capacidad productiva anual designada en 150,000 unidades, 65 por ciento de las cuales se producirán localmente. Al mismo tiempo, el Haval F7, primer modelo del fabricante chino en venderse en todo el mundo, desplegó sus líneas de producción y ya se encuentra disponible en mercados fuera de China, dejando claro que Great Wall Motors inaugura una nueva etapa con su estrategia internacional al tiempo que, cabe enfatizar, abre camino a las marcas de automotores chinos en una incursión en los mercados mundiales.
El emprendimiento de la fábrica en Tula es sumamente relevante para Great Wall Motors en la medida en que acelera la ejecución de su estrategia internacional. Gracias al establecimiento de esta planta, el fabricante de automóviles asume una posición idónea para producir, de manera efectiva, vehículos capaces de satisfacer las necesidades del mercado local. Se espera que la planta en Tula tenga un impacto duradero y de gran envergadura en la globalización de la industria automotriz china, ya que puede funcionar como modelo "llave en mano" para la expansión global de otros fabricantes chinos que buscan llegar a los mercados internacionales.
La planta constituye la mayor inversión de la industria manufacturera china en Rusia y se espera que genere más de 18,000 millones de yuanes (unos 2,600 millones de dólares) en valor de la producción total y más de 3.000 millones de yuanes en ganancias antes de impuestos (unos 430 millones de dólares), al tiempo que crea alrededor de 3,000 empleos.
La planta es, además, un importante paso en los esfuerzos de este fabricante por atender la "Iniciativa del cinturón y la ruta de la seda" del gobierno chino. De manera más importante, capitalizando la tecnología manufacturera avanzada del fabricante, su gestión de calidad y sus medidas de protección ambiental, la planta en Tula está lista para acelerar la formación de un conglomerado automotriz en la localidad y la cadena de etapa final de ensamblaje del sector, así como promover la transformación de la estructura industrial local. Además, la planta no solo marca un nuevo hito en los intercambios económicos y comerciales entre China y Rusia, pues también representa una nueva era para las marcas chinas de automóviles que tienen operaciones en Rusia.