En las pasadas semanas, la Fiscalía había presentado acusaciones formales contra Stadler y contra otro miembro de la junta directiva de la filial de Volkswagen, cuya identidad no ha sido hecha pública, tanto de fraude como de "falsedad documental". Con ellos aumentaba hasta 20 el número de inculpados por la Fiscalía, que denuncia que desde 2009 Audi vendió en Estados Unidos y en Europa al menos 210,000 vehículos diésel con un software fraudulento.
"Cooperamos activamente con la Fiscalía”, ha dicho un portavoz de Audi, acusada como empresa de fraude y publicidad penable. A principios de febrero, ya fueron registradas la central de Audi en Ingolstadt y las oficinas en la fábrica de Neckarsulm.
El pasado lunes los registros se extendieron a las viviendas personales de los acusados y el propio Stadler, reconoció haber cometido errores de calado tras las recientes sospechas que apuntan a que la compañía se sirvió de trucos ilegales para disfrazar la emisión de gases altamente contaminantes.
“El error de trabajo en nuestro departamento es serio pero no se trata de una nueva manipulación de software”, explicó el ejecutivo durante la celebración de la asamblea general del fabricante de automóviles que se celebra en Ingolstadt, en suroeste de Alemania, “se omitió la eliminación de un módulo de software en el control del motor de los modelos A6 y A7 que van a dejar de producirse”.
“Uno se pregunta por qué este error se ha descubierto ahora”, sugirió Stadler intereses espurios en la investigación. Audi declara que detectó el fallo recientemente y lo comunicó a la Oficina Federal de Vehículos Motorizados de Alemania (KBA), un organismo dependiente del Ministerio de Transporte germano. Audi anunció además que paralizaba la entrega de estos modelos. Cncretamente, ha paralizado la entrega de sus modelos A6 y A7 debido a “anomalías en el motor”, sin fecha de puesta en marcha de la cadena productiva hasta “analizar de forma sistemática todos los motores”.
Con estas acusaciones subió hasta 20 el número de inculpados por la Fiscalía, que denuncia que desde 2009 Audi vendió en Estados Unidos y en Europa al menos 210,000 vehículos diésel con un software fraudulento.
A principios de febrero, ya se registraron la central de Audi en Ingolstadt y las oficinas en la fábrica de Neckarsulm.
Audi y Volkswagen ya pagaron en Estados Unidos una indemnización millonaria por haber instalado un software, ilegal en ese país, en unos 83,000 vehículos con motores diésel. Con ese software se conseguían valores más bajos de emisión de gases contaminantes. El caso costó hace dos años 1,860 millones de euros a la empresa. La semana pasada, por primera vez en Alemania, la Fiscalía de la ciudad alemana de Brunswick, ha obligado a Volkswagen a pagar una multa de 1,000 millones de euros.
El escándalo por la manipulación de las emisiones afecta mundialmente a 11 millones de vehículos del grupo Volkswagen, entre ellos autos de Audi, Skoda y Seat. En Alemania, la imagen de los automóviles diésel pasa por su peor momento. Su mala fama no se debe solo al escándalo de manipulación, sino también a que numerosas ciudades están estudiando prohibir la circulación de estos vehículos, que emiten una gran cantidad de gases, en aras de no superar los límites de contaminación que establece la Unión Europea (UE). Como consecuencia, la venta de automóviles con motores diésel ha experimentado una notable caída en la potencia europea desde hace meses.