Bélgica se declara consternada por la decisión de Ford de abandonar el país

Bélgica se declara consternada por la decisión de Ford de abandonar el país

El gobierno belga se declaró hoy "consternado" por la decisión de Ford Europa de cerrar su planta de Genk a finales de 2014, y lo considera como "un duro golpe" para la economía del país.

"El gobierno federal está consternado por el anuncio del cierre de Ford Genk", señaló el Ejecutivo belga mediante un comunicado de prensa, en el que también indicó que la decisión del fabricante automovilístico estadounidense dada a conocer hoy era un "drama" para los trabajadores y las economías regional y general de Bélgica.

Ford anunció el cierre a finales de 2014 de su planta en Genk, al este de Bélgica, en la que trabajan 4,300 empleados, para llevar parte de su producción a Valencia (este de España).

El plan de Ford contempla la producción de la próxima generación del Mondeo, del S-MAX y del Galaxy en la planta de Valencia, y tiene pendiente la decisión sobre la producción del C-MAX y del Grand C-MAX vehículos compactos multiuso, que puede ser trasladada de esa planta española a la de Saarlouis (Alemania) en 2014.

"En estos momentos tan difíciles, el gobierno se une a los 4,300 trabajadores y sus familias, así como a los otros 5,000 de numerosas empresas subcontratadas afectadas", señaló el gobierno belga.

Su primer ministro, el socialista francófono Elio di Rupo, se reunió hoy con la dirección de Ford Europa, que llegó a la sede del gobierno belga con una fuerte escolta policial, así como con el presidente del gobierno regional flamenco, el democristiano Kris Peeters (CD&V).

Un portavoz del gobierno belga dijo que Ford Europa explicó que "la sobrecapacidad general de la industria del automóvil y las malas previsiones económicas" les llevaron a tomar la decisión.

Según Ford, su plan le "ayudará a afrontar la sobrecapacidad productiva que ha resultado por la reducción de más del 20 por ciento de la demanda para toda la industria del automóvil en Europa occidental desde 2007".

"La restructuración propuesta de nuestras operaciones productivas en Europa es una parte fundamental de nuestro plan para reforzar el negocio de Ford en Europa y volver a la senda de un crecimiento rentable", señaló el presidente y consejero delegado de Ford Europa, Stephen Odell.

"Los ministros han escuchado el mensaje de la dirección de Ford, pero le han recordado sus deberes y obligaciones como empleador", señaló un portavoz del Ejecutivo belga, que indicó que el gobierno ha pedido "colaboración para asegurar soluciones óptimas para los trabajadores".

También reclamó la unidad de las diferentes autoridades para encontrar nuevas actividades económicas para la región de Limburgo.

Por su parte, la ministra belga de Empleo, Monica De Coninck, expresó su incomprensión respecto al cierre de la planta de Genk, y se preguntó si la decisión no supone "poner a competir a los países europeos unos contra otros".

De Coninck recordó que el constructor estadounidense recibió numerosos subsidios para mantener su producción en Bélgica, que ahora, según admitió, serán de difícil recuperación.

También apuntó a que los trabajadores de esa planta habían aceptado una reducción salarial del 12 por ciento y mantenían una alta productividad y señaló la necesidad de introducir reformas en la legislación belga para evitar que situaciones como ésta se repitan en el futuro.

La Federación Belga del Automóvil y las Motos (Febiac) calificó, en un comunicado, ese cierre como "un nuevo y doloroso golpe para la política industrial" belga, y consideró que éste era "un día negro para el sector en Bélgica y para Ford en particular".

Según un comunicado del sindicato socialista belga FGTB, los costos salariales de los trabajadores de la planta de Genk representan el 5.5 por ciento de los de producción, y son inferiores a los de otros países de la Unión Europea (UE), como Alemania.

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