La decisión de Toyota se suma a la de General Motors y Ford Motor, que ya optaron por cerrar sus fábricas en vista de la creciente compra de coches importados por parte de los australianos.
En los años 70 del siglo pasado, tres cuartas partes del mercado estaba en mano de los fabricantes locales, mientras que la cuota está ahora por debajo del 15 por ciento.
Toyota, que exporta la mitad de su producción de su planta de Melbourne, ya había advertido que quedarse como único productor en el país "implicaría una presión sin precedentes sobre la red local de suministros" y su "capacidad de fabricar automóviles en Australia".
Por eso, tras el anuncio de General Motors y Ford -Mitsubishi ya se fue en 2008- el jefe de Toyota Australia, Max Yasuda, dijo que la insuficiente economía de escala y la fortaleza del dólar australiano son las dos causas fundamentales del cierre.
"Esta es una noticia devastadora para nuestros empleados, que han dedicado su vida a la compañía en los últimos 50 años", dijo Yasuda. "Hicimos lo que pudimos para transformar nuestro negocio pero la realidad es que hay demasiados factores fuera de nuestro control que hacen inviable producir coches en Australia".
El sindicato australiano del sector dijo que la decisión hará que se pierdan "miles de puestos de trabajo" en el país.
La Comisión de Productividad del gobierno había señalado el mes pasado que incluso aunque los tres fabricantes que quedan se unieran en una sola planta, no tendrían la capacidad de ser competitivos internacionalmente.