El acuerdo ha sido firmado con la actual dirección de Bombardier, compañía muy minada por las deudas, y por el banco canadiense CDPQ, principal acreedor, que se convertirá en el mayor accionista del conglomerado con un 18 por ciento del capital, indicó Alstom en un comunicado.
La operación, que de ser aprobada por las autoridades de la competencia finalizará en el primer semestre de 2021, se produce meses después de que las autoridades comunitarias de la competencia vetaran la fusión entre Alstom y la alemana Siemens, que habría creado el líder mundial del sector.
Desde entonces, el grupo galo buscaba una operación que consolidara su situación en un mercado en el que la competencia de CRRC está siendo cada vez más dura, con una cuota de mercado estimada para el grupo chino en el 70 % y una presencia creciente en Europa.
Entre ambos grupos acumulan pedidos por valor de 72,000 millones de euros y un volumen de negocios de unos 15,500 millones anuales, en un sector cuyo crecimiento se estima entre el 3 y el 5 por ciento hasta 2025, gracias en buena medida por el tirón ecológico del transporte ferroviario.
En la actualidad, Bombardier Transport cuenta con 40,000 empleados y Alstom con 36,000.
El consejero delegado de Alstom, Henri Poupart-Lafarge, aseguró en una conferencia de prensa telefónica que la operación no supondrá despidos, porque ambas empresas tienen pedidos suficientes para garantizar el empleo en sus plantas de producción.
"No se trata de una fusión defensiva, es una operación ofensiva en un mercado en expansión", dijo el alto ejecutivo, quien, sin embargo, no descartó reestructuraciones en la carga de trabajo.
En España, Alstom, de cuyas plantas han salido uno de cada tres trenes de alta velocidad que circulan por el país, cuenta con unos 2,000 empleados y un centro de producción en la localidad catalana de Santa Perpetua de Mogoda (nordeste), además de cuatro centros de innovación y 17 de mantenimiento y señalización.
Unos 800 empleados tiene Bombardier en España, esencialmente en la planta vizcaína de Trápaga (norte). El grupo canadiense ha construido los tranvías de Valencia y Alicante (este) y el tren sin conductor que conecta la T4 de Barajas (Madrid) con la terminal satélite.
Poupart-Lafarge indicó que ambos grupos son complementarios en términos geográficos. Alstom está más presente en el sur de Europa, en India o en Brasil, mientras que Bombardier tiene más implantación en el norte del continente, en China y en México.
Alstom incorpora a su catálogo los sistemas de señalización en los que Bombardier es uno de los líderes mundiales, además de su clientela americana, que a partir de ahora se gestionará a partir de Montreal.
El consejero delegado de Alstom señaló que Bombardier controla sistemas que les permitirán optar a contratos que, hasta ahora, su empresa, por las especificidades geográficas, no tenía acceso.
Poupart-Lafarge reconoció los problemas que atraviesa Bombardier, pero mostró su confianza en la división de transportes que, dijo, "ha pagado la inestabilidad general del grupo".
En este sentido, señaló que su empresa aportará el respaldo técnico que necesita el grupo canadiense, además del rigor financiero que llevó a Alstom, en dificultades hace unos años, a remontar el vuelo.
Desde el punto de vista financiero, la operación se hará con una ampliación de capital de entre 2,600 y 2,800 millones destinada a CDPQ, mientras que 2,000 millones quedarán reservados a los actuales accionistas de Alstom.
El banco CDPQ será un socio a largo plazo y se compromete a invertir en la empresa los 2,000 millones que obtendrá por la venta y otros 700 millones suplementarios.
Como parte del pago se hará en acciones -el 30 por ciento, según algunos medios-, la entidad quebequesa, que actualmente tiene el 32.5 por ciento de Bombardier, sustituirá como principal accionista de Alstom a Bouygues, cuya participación quedará diluida al 10 por ciento del capital, frente al 15 por ciento actual.
El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, respaldó la operación que permitirá a Alstom, participada también por el Estado, de "preparar el futuro en un contexto de competencia cada vez más intenso".
"El desarrollo de una industria ferroviaria europea fuerte y competitiva es más que nunca una prioridad", indicó en un comunicado Le Maire, que aseguró que exigirá que la operación "cree valor a la industria francesa y europea, así como a los trabajadores" de ambos grupos y de las empresa con las que subcontratan.
Además, anunció una conversación con la vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, para solicitar la luz verde a la operación.
Para Bombardier supone un paso más en su desmantelamiento, que ya le ha costado su división de aviones comerciales, con vistas a enjugar su deuda, calculada en 9,300 millones de dólares.