El consorcio petrolero ha estado esperando y presionando –con el apoyo del saliente primer ministro conservador Stephen Harper— para que Estados Unidos apruebe la construcción de su gasoducto de ocho mil millones de dólares.
El presidente Barack Obama se opone al proyecto por su impacto ambiental. Posición respaldada por la precandidata Hillary Clinton.
Apenas el 30 de septiembre pasado la petrolera, con sede en Calgary, Alberta, anunció que en un cambio de estrategia presentaría su proyecto a la Comisión del Servicio Público de Nebraska.
Sin embargo, con un nuevo gobierno liberal en Canadá, elecciones federales en Estados Unidos el próximo año y la Cumbre Climática COP-21 en puerta, TransCanada anunció una nueva decisión.
“Enviamos una carta al secretario de Estado, John Kerry, solicitando al Departamento de Estado haya una pausa en su revisión del proyecto Keystone XL, ya que hemos solicitado aprobación a la Comisión del Servicio Público de Nebraska”, declaró Russ Girling, presidente de la compañía.
Algunos analistas interpretaron la decisión como una medida desesperada de TransCanada para esperar a que en las próximas elecciones estadunidenses ganen los republicanos y aprueben el oleoducto de mil 897 kilómetros de largo y 91 centímetros de diámetro que transportará petróleo crudo.
Tanto el nuevo gobierno liberal de Justin Trudeau, quien tomará posesión este miércoles 4 de noviembre, como el presidente estadunidense se preparan para tener un papel protagónico en la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, que se realizará en París del 30 de noviembre al 11 de diciembre.
“La decisión de TransCanada de aplazar su solicitud hasta el cambio de gobierno en Estados Unidos es una actitud cínica y absurda”, declaró Tiernan Sittenfeld, vicepresidente del grupo ambientalista Liga de Votantes por la Conservación.
Esta semana el vocero del gobierno estadunidense, Josh Earnest, dijo que el presidente planea emitir una decisión respecto al Keystone XL antes de dejar la oficina oval, aunque no detalló cuándo.