“PDVSA podría caer más bajo en una espiral acelerada”, señaló Ramírez, quien fue también representante de Venezuela ante la Organización de las Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para el período 2015-2016.
Ramírez fue removido del cargo de embajador de Venezuela ante la ONU, el 4 de diciembre de 2017, afirmando que fue destituido por criticar al gobierno de Nicolás Maduro. No regresó al país caribeño hasta la fecha por temor a represalias.
También ha sido relacionado con hechos de corrupción en 2017 por el ministerio público de Venezuela en el caso Andorra. El 25 de enero de 2018 el fiscal general Tarek William Saab informó que se pedirá orden de captura en su contra.
Ramírez recordó en entrevista a Bloomberg que la producción de crudo se sitúa actualmente en 1.5 millones de barriles diarios.
De acuerdo al otrora ministro de Petróleo, la caída de la producción de la compañía estatal, que se ubicó en 30 por ciento luego de su salida, se debe a la falta de conocimiento y experiencia de la actual junta directiva.
Ramírez, quien se encuentra en una ciudad europea, comentó además que la crisis que vive actualmente Pdvsa se ve exacerbada por el nombramiento del general de división Manuel Quevedo como jefe de la compañía, pues este ha recibido poderes sin precedentes.
El presidente Nicolás Maduro, un viejo rival de Ramírez dentro del círculo íntimo de Hugo Chávez, el año pasado llevó a cabo una purga en Petróleos de Venezuela que vio a muchos antiguos aliados del petrolero ir a la cárcel por acusaciones de corrupción.
Durante una entrevista telefónica de 80 minutos desde una ciudad europea no divulgada, Ramírez estima que se podrían perder 600,000 barriles por día de producción cada año debido a la falta de inversión.
Ramírez, de 54 años, se convirtió en ministro de Petróleo en 2002 durante el régimen de Chávez y dos años más tarde comenzó su mandato de diez años como presidente de PDVSA, mientras seguía siendo ministro.
La producción en PDVSA se ha estado reduciendo desde finales de la década de 1990, cuando alcanzó casi 3.5 millones de barriles por día.
Durante el tiempo que tuvo Ramírez como jefe de la compañía, la producción cayó alrededor del 10 por ciento. Ha caído más del 30 por ciento desde que se fue, especialmente en los últimos dos años a medida que la economía del país se sumió en el caos.
La producción en declive de PDVSA refleja la “falta de conocimiento y experiencia” de la actual junta directiva y las luchas internas políticas que tienen lugar en el conglomerado petrolero, afirmó Ramírez.
La “grave situación” que enfrenta PDVSA, dijo, se ve agravada por un reciente decreto que otorga poder general al general de división Quevedo, quien asumió como jefe de la compañía en noviembre después de que los ex ministros de petróleo Eulogio Del Pino y Nelson Martínez fueron arrestados.
Como resultado del “colapso en la producción y refinación”, Venezuela podría tener que ceder cada vez más el control de PDVSA a las compañías internacionales que operan en la nación sudamericana, pronosticó Ramírez.
“Bajo el argumento de que destruimos la compañía, PDVSA será privatizada de facto”, dijo. “Le estan quitando del control del estado venezolano”.
Gente como Luisa Ortega, fiscal destituida por la Asamblea Nacional Constituyente, que se separó de Maduro el año pasado, dice que su guerra contra el soborno es una farsa para fortalecer su control sobre el país, y Ramírez dice que es víctima de la persecución política.
En diciembre, el fiscal designado por la ANC, Tarek William Saab, anunció la apertura de dos investigaciones contra Ramírez que involucraban un supuesto plan para vender petróleo ilegalmente y un “complot de corrupción”.
También enfrenta una vieja acusación de la Asamblea Nacional de que 11.3 mil millones de dólares desaparecieron de PDVSA entre 2004 y 2014 cuando era su presidente.
“Puedo demostrar que vivo de mi trabajo”, dijo Ramírez, rechazando las acusaciones. “No tengo nada riqueza mal habida ni he permitido actos de corrupción. Las acusaciones tienen motivaciones políticas “, asegura.
Ramírez renunció a su puesto como embajador de Venezuela en las Naciones Unidas el 4 de diciembre, alegando que fue expulsado por Maduro por criticar la política económica del gobierno.
Los tenedores de bonos venezolanos se han quedado en el limbo desde principios de noviembre, cuando Maduro dijo que la nación trataría de reestructurar sus aproximadamente 65 mil millones de dólares de obligaciones en medio de una escasez de divisas que culpó a una conspiración financiera internacional.
PDVSA debe 28,000 millones de dólares, incluidos 842 millones de dólares con vencimiento este año.