Se trata de la emisión con el mayor monto que se ha realizado en la historia de México y cuya demanda alcanzó aproximadamente cuatro veces el monto originalmente anunciado, permitiendo ajustar el precio a niveles competitivos. En particular, para el caso de la emisión a 30 años, el cupón representa la tasa mínima en la historia de la empresa para dicho plazo.
Entre los inversionistas que participaron en esta colocación se encuentran fondos de pensiones, administradores de portafolios e instituciones financieras de Estados Unidos y Europa, principalmente; asimismo, se contó con la participación de cuentas en Asia, México y Medio Oriente, entre otros.
Los agentes colocadores fueron BBVA, Citigroup, HSBC y Morgan Stanley.
Los recursos provenientes de esta emisión se utilizarán para proyectos de inversión de Petróleos Mexicanos.
El éxito de la transacción es un reflejo de la confianza del gran público inversionista en el manejo macroeconómico del gobierno federal, así como del impacto positivo de la Reforma Energética aprobada. Lo anterior posiciona a Pemex en una condición financiera sólida con mayor flexibilidad económica y presupuestal, dotándolo de mecanismos más eficientes de asociación con la industria petrolera.