Inician estudio para desarrollar biocombustibles de segunda y cuarta generación

Inician estudio para desarrollar biocombustibles de segunda y cuarta generación

Científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Guadalajara, buscan desarrollar, en un lapso de cuatro años, tecnologías para crear bioetanol de cuarta generación y biobutanol de segunda generación, que serán utilizados como combustibles.

El proyecto fue asignado a Cinvestav Guadalajara a finales de 2015 y es  dirigido por el doctor Arturo Sánchez Carmona, en conjunto con nueve grupos de investigadores mexicanos y cuatro extranjeros.

El equipo de investigadores será apoyado por el Sistema Nacional de Investigadores, debido a que tiene estudios en esta línea y lazos con distintas unidades académicas dentro y fuera del país.

Los materiales que utilizarán para el proyecto son en su mayoría residuos de la producción agrícola, como rastrojo de maíz, bagazo de caña y paja de trigo, además de bagazo de agave. Para el desarrollo del proyecto se han determinado dos etapas de dos años cada uno.

En el primero, se producirá un reactor de pretratamiento de biomasa, así como bioetanol de segunda generación, procedimiento que ya va avanzado, aunque todavía falta escalar las cantidades producidas; que es pasar de 100 gramos a 10 kilogramos por hora.

Además de esto, entregar a las entidades interesadas en producir bioetanol un paquete tecnológico que sea capaz de obtener de manera independiente y eficaz el combustible.
En la segunda etapa del proyecto, los investigadores desarrollarán bioetanol de cuarta generación y biobutanol de segunda generación (que actualmente no existe en el mundo) a través de una bacteria que ya desarrolla un equipo del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica.

El proyecto se ha dividido en varias líneas de investigación para poder concretar con éxito el objetivo:

La primera: Caracterizar las materias primas y los agrosistemas para identificar en que zonas funcionarían mejor las biorrefinerías. Entrando en línea de producción se debe acondicionar la materia prima y someter a tratamientos para liberar las cadenas de azúcares que trae la materia lignocelulósica.

La siguiente línea de investigación está formada por la sacarificación enzimática, donde se termina de extraer la celulosa del material y se comienza a descomponer en pequeñas moléculas fundamentales para sucesivamente pasar a la fermentación. Por último, se purifica y destila para tener un alcohol que no contenga mucha agua.

Por otro lado, se abre una línea de investigación para los residuos, que se divide en líquidos, que se envían a la Universidad Nacional Autónoma de México (campus Juriquilla) y en gaseosos que se procesan en el mismo Cinvestav.

El proyecto es posible porque el Fondo de Sustentabilidad Energética, la Secretaría de Energía y el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología aportaron más de 40 millones de pesos para que se trabajen estas nuevas tecnologías.

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