Con este cuarto trofeo, Loeb iguala el récord de su compatriota Didier Aurio en la clásica competición abierta a los mejores pilotos de pista y rallys.
Las condiciones meteorológicas constituyeron un reto para los pilotos, con cielo cubierto, frío, viento, media pista inundada y un tramo de hielo, y favorecieron a un experto como Loeb, habituado a manejarse es escenarios semejantes en el Mundial de rallys.
Vettel, que se había ido creciendo a medida que superaba rondas, hubo de inclinarse en la final, al mejor de cinco carreras, ante la habilidad de Loeb, que se llevó el trofeo por tres victorias a una.
En la primera carrera, con coches Polaris buggy, Loeb se impuso por 2,6 segundos, aunque sólo contaban las victorias. En la segunda, con coches de rallycross (Super Car Lite), su margen ganador fue de 3.6. Loeb pudo elegir posición de salida para la tercera manga y coche, y escogió el RX2e eléctrico.
Pero cuando acariciaba el 3-0 definitivo Loeb sufrió un trompo que permitió a Vettel hacerse con su primer triunfo. En la cuarta, sin embargo, el francés también fue el más rápido con el Polaris, sentenciando la contienda por siete décimas de diferencia.
En las semifinales, Loeb había vencido por 2-0 al danés Tom Kristensen y Vettel por 2-1 al sueco Mattias Ekström.