Esta prueba -el 13 y el 14 de septiembre- formará parte de su preparación con miras a la próxima edición del Rally Dakar, en enero y en Arabia Saudí, que, a falta de confirmación oficial, parece ser el siguiente gran objetivo del piloto asturiano, que no sólo cambiará de nuevo de disciplina, sino que se alejará de los circuitos para competir en el desierto; y que desde este martes y hasta el sábado se entrenará rodando en las dunas del sur de África.
Alonso, de 38 años, se despidió el año pasado -con un "hasta luego", sin cerrar del todo la puerta- de la Fórmula Uno, en la que, en 17 temporadas logró los dos títulos mundiales y las 32 victorias que cuenta España en toda su historia en la categoría reina del automovilismo.
El doble campeón mundial asturiano de F1 (2005 y 2006, con Renault), que firmó 22 'poles' y 23 vueltas rápidas en la clase principal, en la que también pilotó cinco años en Ferrari y otros tantos en McLaren -las dos escuderías más laureadas de la historia-, explicó en su despedida, en Abu Dabi; que, tal y como había adelantado hace justo un año por estas fechas, deseaba afrontar nuevos retos en el mundo del motor.
De este modo, Alonso arrancó 2019 anotándose, con un Cadillac, las 24 Horas de Daytona, una prueba del campeonato IMSA, en Florida (Estados Unidos); en la que se convirtió, medio año después de ganar por primera vez las 24 Horas de Le Mans (Francia) -mientras disputaba de forma simultánea la primera parte de la 'Súper-temporada' 2018-19 del WEC y la pasada campaña en la categoría reina- en el primer campeón mundial de F1 en ganar las dos carreras de un día más importantes de América y de Europa.
Alonso completó el año ganando, para el equipo Toyota Gazoo Racing, las 1,000 Millas de Sebring, asimismo en Florida; antes de repetir triunfo en las Seis Horas de Spa-Francorchamps (Bélgica) y coronar el curso repitiendo la victoria de 2018 en Le Mans.
Con la repetición de su éxito en la prestigiosa prueba francesa, el ovetense pudo resarcirse, en parte, del chasco que se había llevado un mes antes, cuando la esperpéntica planificación de McLaren le impidió clasificarse para disputar las 500 Millas de Indianápolis (Estados Unidos), donde -después de haber ganado Le Mans y (dos veces) el Gran Premio de Mónaco de F1- aspiraba a capturar la Triple Corona.
Al firmar su segundo éxito en un año en el mítico circuito galo de La Sarthe, Alonso capturó, junto al suizo Sebastien Buemi y el japonés Kazuki Nakajima, el Mundial de resistencia. Y al ganar el WEC, el astro astur se convirtió en el segundo piloto de la historia en ganar dos Mundiales distintos de la FIA (Federación Internacional del Automóvil), después del noruego Petter Solberg, campeón del mundo de rallys y de rallycross.
Las cinco victorias y los dos Mundiales (de pilotos y de constructores) logrados con la escudería nipona animaron a Alonso a afrontar a partir de ahora, junto a Toyota, nuevos retos en el mundo del gran rally. Apuntando al Dakar, a principios del año próximo. Un objetivo muy complicado que nunca debería afrontar sin una preparación. Por eso, Alonso ya rueda a partir de este martes a bordo de un Toyota Hilux en la zona sudafricana del Desierto de Namibia, donde se encuentra acompañado por su novia, la modelo italiana Linda Morselli. Más adelante, la empresa nipona anunciará, si todo va según lo previsto, el nombre del copiloto -todo apunta a su compatriota Marc Coma- y cuáles serán las primeras pruebas que disputaría el genial piloto asturiano para perfilar su puesta a punto con miras al Dakar; competiciones que, según pudo saber Efe, le llevarían a Oriente Medio y al Magreb. Adrian R. Huber.