El acuerdo, que no incluye autobuses ni camiones, contempla el libre comercio de automóviles y piezas entre ambos países a partir del 19 de marzo, aunque no es del agrado del sector automotor brasileño.
Representantes de las principales armadoras del país se reunieron la semana pasada con representantes del gobierno para exponer sus quejas, según reveló el diario Folha de Sao Paulo.
Las armadoras presentaron un estudio hecho por la consultora Pwc que apunta que es más barato producir vehículos en México que en Brasil, debido a la menor carga tributaria, la infraestructura y la escala de producción. Los mexicanos tienen un gran volumen de producción porque exportan a Estados Unidos.
"Lo que queremos es aumentar la cuota de exportación e importación de automóviles entre Brasil y México entre un 10 y un 15 por ciento en el primer año de la vigencia de un posible nuevo tratado. La cuota continuará creciendo en los próximos hasta el libre comercio", explicó a Xinhua el vicepresidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (Anfavea), Marcus Vinicius.
"Actualmente, el límite de comercio es de 1,700 millones de dólares anuales y se divide entre las empresas. Algunas armadoras ya llegaron al tope de lo que pueden importar de México, pero están lejos de poder alcanzar su cuota de exportación allá", resaltó Vinicius.
El acuerdo automotriz entre Brasil y México fue firmado a principios de los 2000. "En aquel momento, Brasil producía únicamente coches populares, que eran exportados a México", dijo el vicepresidente de Anfavea. El acuerdo, por lo tanto, se consideró como positivo para los fabricantes de automóviles instalados en Brasil.
Con el inicio de la producción de modelos populares también en México, la situación se revirtió. La versión actual del tratado de libre comercio fue firmado en 2015 aunque las cuotas fueron extendidas por cuatro años más, después de que la entonces presidenta brasileña Dilma Rousseff amenazara con romper el acuerdo unilateralmente.
El sector automotor mundial atraviesa actualmente una crisis global, y las operaciones brasileñas dan las primeras señales de que la reestructuración del sector llegó al país.
En las últimas semanas, algunas de las principales montadoras que hay en Brasil han anunciado el cierre o bien planes de disminución de su plantilla para adecuarla a la realidad del mercado.
Un ejemplo es la marca Ford, que anunció recientemente que cerrará la fábrica que tiene en Sao Bernardo do Campo, en la región metropolitana de Sao Paulo, en la que trabajan más de 7,000 personas.
El vicepresidente de Anfavea alertó que "si se abre el mercado en este momento, puede haber un cambio de las inversiones. En lugar de invertir en Brasil, las empresas se llevarán sus proyectos para México u otros lugares", comentó.
En 2018, Brasil exportó 52,300 vehículos a México, lo que representa un descenso del 42 por ciento en comparación con los 90,300 exportados en 2017, según los datos de la Secretaría de Comercio Exterior.
La reivindicación del sector automotor puede suponer un problema para el cobierno de Jair Bolsonaro, que siempre se mostró favorable a una postura más liberal y de apertura del habitualmente cerrado mercado brasileño.
Por ahora, el gobierno afirma públicamente que no ha tomado ninguna decisión, aunque admite que quiere que las quejas de las montadoras sirvan para que México acepte un mejor acuerdo comercial para Brasil.
Los dos países también tienen un acuerdo de preferencias arancelarias que incluye varios sectores, pero está limitado a cerca de 800 elementos.
Desde hace unos años, los dos países están negociando la ampliación de la lista de productos, aunque hay resistencia de México para abrir su mercado a los productos agrícolas brasileños.