General Motors (GM), Ford, Stellantis y Toyota, entre los principales fabricantes de automóviles en Norteamérica, se han puesto las pilas, literalmente, para lanzar en los próximos años decenas de nuevos modelos de vehículos eléctricos e intentar situarse a la cabeza del próximo El Dorado del sector.
Un informe dado a conocer en las últimas horas señala que entre 2021 y 2028 el valor del mercado de coches eléctricos en Norteamérica tendrá una tasa de crecimiento anual compuesto (TCAC) del 35.2 %, de forma que para el final de este periodo la cifra llegará a 329,570 millones de dólares.
En términos de volumen, el informe elaborado por la firma Meticulous Research indica que el TCAC del segmento de vehículos eléctricos en Norteamérica será del 18.7 %, y que para 2028 se venderán en la región 2.9 millones de unidades al año.
Y ello a pesar del impacto que ha tenido la pandemia de Covid-19 en la implantación de los vehículos eléctricos: según el informe, la adopción de vehículos eléctricos cayó en la primera mitad de 2020 debido al cambio de los hábitos de los consumidores.
El impacto de la Covid-19
La aparición de la covid-19 también ha significado una disminución del uso de medios de transporte compartido por el miedo de contraer la enfermedad de otros pasajeros. Además, la decisión de muchas compañías de permitir que sus empleados trabajen de forma remota ha supuesto la caída del número de kilómetros recorridos.
A pesar de ello, las inversiones de destacadas empresas del sector no han hecho más que aumentar durante el mismo periodo.
Ayer, Stellantis y Toyota anunciaron que destinarán miles de millones de dólares para la construcción de fábricas que producirán las baterías necesarias para sus futuros coches eléctricos.
El grupo Stellantis dijo que creará una empresa de producción de baterías de ion de litio junto a LG Energy Solution para construir una planta en Norteamérica con una capacidad de producción anual de 40 gigavatios hora.
La fábrica empezará a producir en el primer trimestre de 2024 y es una de las piezas básicas de la compañía, formada por la fusión del grupo francés PSA y Fiat Chrysler (FCA), para que en 2030 más del 40 % de sus ventas en Estados Unidos sean de coches eléctricos.
Y esto solo es el principio: Carlos Tavares, consejero delegado de Stellantis, declaró en el comunicado que el objetivo de la fábrica es alcanzar una capacidad total de al menos 260 gigavatios hora en 2030.
Stellantis ha adelantado que invertirá 30.000 millones de euros (unos 34,898 millones de dólares) de aquí a 2025 en el desarrollo de vehículos eléctricos y software.
Toyota producirá baterías en EU
Mientras, Toyota invertirá en Estados Unidos 3,400 millones de dólares en la producción de baterías, lo que incluirá la construcción de una fábrica de baterías que iniciará su producción en 2025.
La inversión de 3.400 millones de dólares en EU es parte de los 13,500 millones de dólares que Toyota anunció en septiembre que destinará al desarrollo y producción de baterías para automóviles en todo el mundo.
La planta de producción de baterías supondrá una inversión de 1,290 millones de dólares y creará unos 1,750 empleos directos, afirmó Toyota en un comunicado. Inicialmente, la producción serán baterías para vehículos híbridos, un segmento en el que Toyota es líder en Estados Unidos.
Hasta la fecha, Toyota ha vendido más de 4.5 millones de vehículos híbridos y eléctricos en Estados Unidos. Casi un 25 % de las ventas actuales de las dos marcas de la compañía en el país (Toyota y Lexus) son vehículos electrificados.
El fabricante prevé que esa proporción aumente hasta el 70 % para 2030, lo que supondrá entre 1.5 y 1.8 millones de unidades.
Para 2025, Toyota pasará de los 55 modelos electrificados que comercializa en todo el mundo a 70. La compañía también indicó que para 2030 espera vender globalmente 2 millones de vehículos con emisiones cero.
Las inversiones de Stellantis y Toyota, y otras similares anunciadas en los últimas semanas por GM y Ford, muestran el aceleramiento del ritmo de la electrificación del sector en Norteamérica, además de un cambio de estrategia de las compañías que están sufriendo por la escasez de chips para la producción de vehículos.
Los expertos señalan que la crisis de los semiconductores, que acarreará pérdidas de decenas de miles de millones para el sector, ha hecho que los fabricantes de automóviles se replanteen el funcionamiento de sus cadenas de suministro, especialmente respecto a las baterías de los coches eléctricos.
La estrategia de la mayoría, excepto Tesla, era depender principalmente de proveedores externos, pero ahora las grandes marcas quieren controlar la producción de baterías para no tener los problemas que están padeciendo con los chips.