Según fuentes recogidas por la agencia local de noticias Kyodo, antes de personarse hoy en el Tribunal de Distrito de Tokio, el ex boina verde Michael Taylor, de 60 años, y su hijo Peter (28) admitieron haber ayudado a Ghosn (67) a fugarse del país y señalaron que fue la esposa del empresario, Carole (54), quien se lo pidió.
En Japón aquellos que se declaran culpables también son sometidos a juicio, pero la colaboración con la fiscalía puede resultar en penas menores o condenas suspendidas, sin ingreso en prisión.
Según la acusación presentada por la fiscalía japonesa, los Taylor ayudaron a Ghosn a escapar de la vivienda en la que residía en Tokio mientras estaba en libertad bajo fianza y trasladarse a la prefectura de Osaka (oeste) el 29 de diciembre de 2019 desde donde tomaría un vuelo clandestinamente.
Ghosn fue escondido en una maleta para instrumentos que sorteó los controles aeroportuarios aprovechando una brecha en el sistema y trasladado a un avión privado que lo llevó hasta el Líbano haciendo escala en Turquía, pese a que el directivo tenía prohibido salir del archipiélago en virtud de las condiciones de su fianza.
El empresario, que posee triple nacionalidad (francesa, brasileña y libanesa), permanece desde entonces en Beirut, que no tiene un tratado de extradición con Japón.
Los Taylor fueron detenidos en Massachusetts (Estados Unidos) en mayo de 2020 por petición de la fiscalía nipona y extraditados al país asiático en marzo de este año después de que la Corte Suprema estadounidense rechazara su apelación.
Ambos permanecen bajo custodia de las autoridades japonesas en el mismo centro de detención de Tokio en el que Ghosn pasó más de 100 días antes de su liberación bajo fianza.
El que fuera uno de los magnates más importantes de la industria automotriz, expresidente de Nissan, la francesa Renault y su alianza, fue originalmente detenido en Japón en noviembre de 2018 acusado de irregularidades financieras y abuso de confianza.
Ghosn, que fue citado a declarar en el Líbano a raíz de la emisión de una circular roja de Interpol por petición de Japón, ha negado los cargos y afirmado que fue víctima de un complot orquestado por el fabricante japonés para quitarlo de en medio cuando negociaba darle mayor poder a su socio galo en la alianza.