En una carta difundida hoy por el periódico Le Monde y dirigida al ministro de Recuperación Industrial francés, Arnaud Montebourg, el presidente director general de Coca-Cola Entreprise, Tristan Farabet, interviene como respuesta ante quienes critican el atractivo de Francia para los inversionistas extranjeros.
"El 'made in France' siempre ha estado en el núcleo de nuestra estrategia, gracias al compromiso y al saber hacer únicos de nuestros 2,800 empleados franceses, que contribuyen plenamente a la calidad de nuestros productos", dice el representante de la compañía que fabrica y comercializa en Francia esa conocida bebida.
Esa es la razón, según precisa, de que en los últimos años hayan dedicado cerca de 400 millones de euros para reforzar su estructura en el país, y de que "pese a un contexto económico difícil y una presión fiscal importante", apuesten "con más determinación que nunca" por mantener sus inversiones en el Hexágono (así llamada coloquialmente Francia por la forma geográfica del país).
Este apoyo "inesperado", según Le Monde, llega después de las declaraciones de la presidenta de General Electric en Francia y responsable de la cámara de comercio estadounidense en París, Clara Gaymard, y es mucho más firme que el expresado por ella.
"Francia es un país de contrastes, donde hay los mejores talentos, los mejores ingenieros, una muy buena productividad, y al mismo tiempo, es imprevisible, un país donde no puedes cambiar nada, donde todo es lento", aseguró la empresaria el pasado jueves en el periódico económico Les Échos.
Gaymard recalcaba, no obstante, que el tono de la carta enviada por Titan a Montebourg era "inaceptable", y que aunque sus palabras reflejaban una "gran frustración", "no se habla de esa manera de un país, de un gobierno, de una persona".
El presidente de la multinacional estadounidense de neumáticos, Maurice M. Taylor Jr., criticaba en su misiva, con un lenguaje calificado de insultante por las autoridades galas, que "los trabajadores franceses ganan elevados salarios, pero no trabajan más que tres horas".
"Tienen una hora para sus pausas y para comer, discuten durante tres horas y trabajan otras tres. Se lo dije a los sindicatos, que me respondieron que en Francia es así", decía Taylor Jr., añadiendo que su empresa iba a "comprarse un fabricante indio o chino, pagar menos de un euro la hora de trabajo y exportar todos los neumáticos que Francia necesite".
Lo afirmado inició una suerte de guerra epistolar en la que Montebourg contestó con dureza al líder de esa multinacional y este, en una nueva carta, acusó al Ejecutivo galo de extremista, de estar desconectado de los problemas, y de desconocer la forma de construir una empresa.