En vísperas de la Cumbre de Santiago de Chile, dos presidentes latinoamericanos dejaron hoy en evidencia que el edificio de la integración regional tiene grietas.
"Estamos gestando una gran integración de países de Latinoamérica y del Caribe, en la Celac, pero mientras queden temas pendientes entre suramericanos o latinoamericanos seguramente no va haber una integración", afirmó el mandatario boliviano, Evo Morales.
El "tema pendiente" de Morales es la hasta ahora no atendida demanda boliviana a Chile de disponer de una salida soberana al Pacífico que permita a Bolivia salir del enclaustramiento al que fue condenada por su derrota en una guerra a fines del siglo XIX.
Morales ya ha avisado de que se propone plantear en la cumbre Celac-UE que tendrá lugar en Santiago de Chile el 26 y 27 de enero la necesidad de revisar el tratado boliviano-chileno de 1904, como parte de una "campaña internacional" de su Gobierno en pro de volver a hacer de Bolivia un país con costa al Pacífico.
Perú está inconforme con sus límites marítimos con Chile y el caso está en manos también de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que se espera que falle este año, pero ambos gobiernos, encabezados por Ollanta Humala y Sebastián Piñera, han apostado a que este contencioso no estropee sus buenas relaciones.
La misma Corte falló en noviembre pasado en otro diferendo por los límites marítimos entre dos países latinoamericanos, Nicaragua y Colombia, y el segundo país no quedó conforme con la decisión, que le priva de una vasta zona en el mar Caribe, y ha contratado un nuevo equipo jurídico para defender sus intereses.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el nicaragüense, Daniel Ortega, se verán las caras en esta cumbre, ambos desde el mismo "bando": el de la Celac, que echó a andar oficialmente en 2011 impulsada principalmente por Venezuela y de la que forman parte todos los países americanos salvo Canadá y Estados Unidos.
Consultada hoy por Efe, la Presidencia de Colombia no confirmó ni desmintió si habrá reunión bilateral Santos-Ortega en esta cumbre.
El otro presidente que puso hoy también en duda que la integración latinoamericana esté consolidada fue el de Paraguay, Federico Franco, que no asistirá ni estará representado en la cumbre.
Franco ha tenido que lidiar con el aislamiento regional de Paraguay desde que asumió el gobierno en junio pasado tras la destitución de Fernando Lugo, pues el país fue suspendido de la Unasur y el Mercosur.
"Acá hay un gobierno constitucional y deseo que en la cumbre hablen de la situación de Paraguay y se rectifique", expresó Franco, que calificó de "lamentable" el trato a su país.
Según el canciller paraguayo, José Félix Fernández Estigarribia, Chile pidió a Paraguay que no participe en la cumbre con el fin de evitar un boicot de la Unasur y el Mercosur, algo a lo que el gobierno chileno no ha respondido.
La participación del presidente cubano, Raúl Castro, tampoco gusta a todos.
En Chile, uno de los partidos de la alianza gobernante, la UDI, le reclama que extradite a los asesinos de su fundador, el senador Jaime Guzmán, que supuestamente están en la isla, y desde Estados Unidos el Partido Liberal Cubano ha enviado una carta a la cumbre en la que pide que se aplique la "cláusula democrática" a Cuba.
Pero no todos los problemas son entre latinoamericanos, también los hay entre éstos y los países europeos.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, dijo hoy a Telesur desde Santiago: "hay grandes disparidades y diferencias en las visiones entre Europa y Latinoamérica, la cumbre es útil sin embargo para acercarnos".
El caso más claro de falta de entendimiento es el de Argentina y el Reino Unido en torno a la soberanía de las Malvinas, el motivo de una guerra entre ambos países en 1982.
El primer ministro británico, David Cameron, no viajará a Chile, y la presidenta argentina, Cristina Fernández, aun no confirmó su asistencia.
En una declaración difundida esta semana con motivo de la cumbre, Hugo Swire, responsable de América Latina en la Cancillería británica, tuvo un gesto conciliador hacia Argentina.
"No podemos ignorar nuestra relación con Argentina, un país con el potencial de convertirse en uno de nuestros socios más dinámicos en la región", subrayó Swire, quien añadió que incluso si los dos países no están de acuerdo en el tema de las Malvinas, deben ser "capaces de trabajar de manera constructiva en otros asuntos de interés regional e internacional".
Otro factor de conflicto entre países latinoamericanos y europeos son las expropiaciones de empresas, como ha ocurrido con varias españolas en Argentina y Bolivia, y la inseguridad jurídica.
En vísperas de la cumbre, se desactivó la disputa entre México y Francia por el caso de una francesa condenada en el primer país por vínculos con una banda de secuestradores, con su puesta en libertad por orden del Tribunal Supremo mexicano, que constató irregularidades en el proceso.
Se mantiene activo, sin embargo, el conflicto entre Ecuador y el Reino Unido por Julian Assange, el fundador de Wikileaks, que se refugió en junio en la embajada ecuatoriana en Londres y goza de asilo.
El gobierno británico se niega a entregarle un salvoconducto y persiste en su intención de extraditarlo a Suecia, no por haber filtrado cientos de miles de documentos secretos a través de su portal, sino para responder en una investigación por delitos sexuales.