Las autoridades de la capital indonesia han decidido terminar con esta ocupación que apareció hace ocho años cuando las autoridades de la metrópoli prohibieron circular por las principales arterias a los automóviles en los que fueran menos de tres personas, en un intento de descongestionar el diabólico tráfico.
Durante el tiempo que la normativa ha estado en vigor, han sido muchos los indonesios que han sobrevivido y otros tantos los que han llevado a su hogar un sobresueldo gracias a esta actividad creciente como el número de vehículos que salen a diario a las calles en medio de una etapa de prosperidad que no es igual para toda la población.
"Podría ser dependienta, pero me pagarían solo 500,000 rupias al mes (52 dólares, 40 euros) y como 'jockey' consigo más dinero haciendo una media de tres trayectos al día", dice Sari, una indonesia de 20 años.
Sari, quien hace un lustro que ejerce de pasajera "profesional", sostiene que su ocupación que ella denomina "oficio", es comparable a cualquier otro porque tiene un horario fijo y de este obtiene unos ingresos superiores a los que percibiría en un puesto de trabajo.
A primera hora de la mañana y al final de la jornada laboral en oficinas y edificios gubernamentales, los "jockeys" se congregan en los accesos a las principales vías de Yakarta.
Entre ellos hay desempleados, adolescentes y también mujeres con bebé en brazos, que suelen ser las más solicitadas por el conductor porque valen por dos pasajeros pero cobran por solo uno, hacen cola para llevarse ese día a casa al menos de 20,000 rupias (2 dólares, 1.6 euros) que es lo que por lo general cobran por trayecto.
Con los pulgares levantados, se ofrecen en las aceras y esquinas a los conductores que necesitan añadir pasajeros al vehículo para no ser parados por los guardias de tráfico, que a veces multan y otras aceptan sobornos.
En ocasiones los agentes de seguridad de empresas privadas y los policías intentan dispersarlos con amenazas, pero la necesidad o la atracción del dinero es más fuerte y reaparecen de nuevo a los pocos minutos.
Tampoco los "jockeys" desaparecen de las calles cuando se inundan a causa de los aguaceros ni se quedan en casa los días en los que el calor es sofocante.
Concentrados en pocos metros y disputándose la clientela, los "jockeys" esperan de lunes a viernes al pie de calzada, escrutan el interior de los vehículos a través de las ventanillas y si ven que está vacío se abalanzan sobre el automóvil para ofrecer su servicio a la persona que está al volante.
Los responsables de la Agencia de Transportes de Yakarta han terminado por arrojar la toalla y reconocer que la regulación "3 en 1" ha fracasado y, por ello, han decidido anularla paulatinamente.
"Hemos eliminado las restricciones '3 en 1' en dos calles de Yakarta y el tráfico es el mismo, no ha empeorado", comenta el policía Hermawan, quien piensa que los "jockeys" contribuían a los atascos de trafico porque ocupan parte de la calzada.
Dwinanto, un joven empresario que reside en Yakarta y está en desacuerdo con la medida, argumenta a Efe que los pasajeros remunerados no molestan a nadie y "simplemente se ganan la vida de una forma honrada".
"Las alternativas para esta gente son escasas y en muchos casos peor pagadas, es mejor darles dinero a ellos que a los policías como soborno para que no te impongan la multa", indica el indonesio.
Ser jockey no es ilegal, aunque es posible que no fuese lo que las autoridades de Yakarta tenían en mente cuando en 2004 aplicaron las zonas "3 en 1", por lo que es "lógico que quieran acabar con este oficio, pero primero deben encontrarle un trabajo digno a todas estas personas", opina Satrio, empleado en una organización internacional.
En Yakarta, una urbe con cerca de 20 millones de personas, son ya legendarios los gigantescos embotellamientos de tráfico que agudizan la precaria infraestructura y el veloz desarrollo del país.
Hasta ahora, cualquier intento de las autoridades para mejorar el tránsito rodado en la capital ha fracaso, por lo que su buena parte de su población parece resignada a creer que este desastre es consecuencia de la modernización.