Después de semanas de delicadas negociaciones, los máximos dirigentes de ambas se han puesto de acuerdo en los términos de la fusión que, de completarse de manera exitosa, pasaría a ser una de las más importantes de los últimos años.
De la operación resultaría una compañía con un volumen de negocio potencial de 220,000 millones de dólares y 130,000 empleados en el mundo, aunque el acuerdo todavía debe ser avalado por los accionistas de Xstrata en una fecha que aún no se ha comunicado.
Glencore es un discreto gigante en el mundo de las materias primas, con intereses fundamentales en la minería -es el primer productor mundial de zinc, además de explotar cobre, plomo níquel y cobre-, aunque también es un actor fundamental en el negocio del petróleo, gas, carbón y derivados.
Sus intereses se extienden a la agricultura, especialmente en la comercialización de granos, plantas oleaginosas, algodón y azúcar, productos de los que es uno de los principales abastecedores mundiales.
En la explotación de minerales, Glencore opera en todos los continentes y tiene amplia presencia en América Latina, con actividades en Argentina, Bolivia, Colombia, Chile y México.
Xstrata es el primer exportador de carbón térmico y el cuarto productor mundial de cobre, producto en el que centra su actividad en los países latinoamericanos, con tres explotaciones en Perú y otro tanto en Chile, una en Argentina, mientras que en Brasil se centra en el níquel.
Sin embargo, sus actividades en la región no han sido fáciles en los últimos años y algunas de sus operaciones mineras están paralizadas por la oposición -en varios casos violenta- de las comunidades locales.
Estas les acusan de contaminar el medio ambiente, las fuentes acuíferas y de no aportar suficientemente al desarrollo a cambio de los productos naturales que extraen.
Según el preacuerdo anunciado hoy, los accionistas de Xstrata recibirán por cada una de sus acciones el equivalente a 3.05 de acciones de Glencore.
Esto es el resultado de una oferta revisada, después de que el segundo accionista de Xstrata -el fondo soberano de Qatar, con un 12 por ciento de participación- y otros menores rechazara una propuesta inicial equivalente al 2.8 de acciones.
Qatar llegó realmente a poner en peligro la fusión, que Glencore -con un 34 por ciento en el accionariado de Xstrata- presentó como una oportunidad sin igual para aprovechar sus sinergias y aplicar un modelo concebido para racionalizar las operaciones de extracción y comercialización que cada una efectúa ahora por su lado.
Así, si ya Glencore obtuvo el año pasado un beneficio neto superior a los 4,270 millones de dólares, mientras Xstrata alcanzaba un beneficio atribuible de 5,800 millones de dólares, los defensores de la operación han prometido un beneficio extra de entre 250 y 700 millones de dólares si se consigue esa sinergia.
En cualquier caso, la evolución de los resultados financieros de ambas apuntan a la existencia de un importante potencial: Glencore aumentó sus ingresos de 106,000 millones de dólares en 2009 a 186,000 en 2011, en tanto que los de Xstrata pasaron de 22,700 a 33,800 en el mismo periodo.
Esto explica que Glencore haya optado por subir la prima que ofrecía por la suiza hasta el 17.6 por ciento con respecto a inicios de febrero, cuando presentó su oferta inicial; y al 25.5 por ciento, en relación con la media de los tres días previos -entre el 3 y 6 de septiembre pasado- al anuncio formal de que dispuesto a mejorar su proposición.
Para intentar garantizar el éxito de la operación, los directorios de ambas compañías han ideado un esquema de votación por el que separan el voto sobre la fusión de la aprobación de las indemnizaciones prometidas a los ejecutivas de Xstrata que tengan que irse.
Como estaba originalmente estructurado, ambas cuestiones formaban un todo, lo que se observó que podía poner en peligro la fusión por la oposición de numerosos accionistas de Xstrata a aprobar indemnizaciones millonarias.
Una vez que el acuerdo quede cerrado, Mick Davis -ahora consejero delegado de Xstrata- será el consejero delegado de la nueva compañía por un periodo de seis meses.
Cumplido ese periodo, Ivan Glasenberg, actualmente consejero delegado de Glencore, le reemplazará.