Esta semana, mientras los ministros europeos de Industria se reunían en San Sebastián (norte de España) para apostar por el automóvil sin emisiones de CO2, la empresa Better Place, liderada por el empresario israelo-estadounidense Shai Agassi, inauguraba en Ramat Hasharón, al norte de Tel Aviv, un centro para acercar su proyecto al público.
Better Place y Renault tienen un acuerdo para introducir el coche eléctrico en el Estado judío dentro de un año y medio, y en Dinamarca en 2012.
Ese momento parece lejano pero la empresa pretende doblegar ya la desconfianza que genera en la mayoría de conductores la perspectiva de un vehículo no alimentado por hidrocarburos y, en principio, con un mayor precio de venta.
"Creo que éste es el único lugar en el mundo en que la gente puede venir, conducir un coche eléctrico y ver cómo puede servirle en el día de mañana", asegura a Efe Dafna Agassi, directora de Mercadotecnia en Israel de Better Place e hija del iniciador del proyecto.
El centro, de 750 metros cuadrados, ofrece a los visitantes la posibilidad de pilotar un Renault eléctrico por una pista experimental de kilómetro y medio de distancia y disfrutar del silencio que aporta la ausencia de motor de combustión y tubo de escape.
El centro, que se abrirá por completo al público a partir del próximo domingo, incluye además una presentación multimedia en la que el empresario desgrana las características del proyecto y su idoneidad para Israel.
Faltan respuestas concretas a los retos universales del coche eléctrico: su escasa autonomía, la red de puntos de recarga, el gran tamaño de las baterías y el excesivo tiempo que necesitan para repostar energía.
Sin embargo, el centro de Better Place muestra que, en efecto, Israel tiene características interesantes para introducir el coche eléctrico.
Para empezar, es un estado relativamente pequeño (21 mil 501 kilómetros de superficie, 23 veces menor que España) donde, además, las posibilidades de cruzar por carretera a los países árabes vecinos son limitadas (Egipto o Jordania) o nulas por falta de acuerdos de paz, como en el caso de Siria y Líbano.
El automóvil puede recorrer 160 kilómetros sin cambiar ni recargar la batería, una autonomía quizás incómoda en otros países, pero apropiada para Israel, con Tel Aviv a apenas 62 kilómetros de Jerusalén o 95 de Haifa.
Para desplazamientos superiores a 160 kilómetros hará falta cambiar la batería en un centenar de estaciones que se implantarán principalmente en gasolineras.
La compañía, que aspira a colocar 45 mil coches eléctricos en cinco años, cree que el consumidor optará por su solución porque el precio final del servicio completo (vehículo, sistema de gestión, opciones de recarga, computadora a bordo) más el cálculo del ahorro en combustible y tasas será proporcionalmente menor a los de gasolina, apunta su responsable de mercadotecnia.
La iniciativa empresarial tiene también una dimensión geopolítica y diplomática que no ocultan sus responsables.
En la exposición multimedia, Shai Agassi argumenta que el mundo debe deshacerse de su "adicción al petróleo" en parte porque las ventas benefician a "regímenes extremistas" que apoyan a grupos dañinos que no precisa.
Por otra parte, Dafna Agassi manifiesta su esperanza en que la empresa ayude a mejorar la imagen exterior del Estado judío, castigada por cuatro décadas de ocupación israelí de los territorios palestinos, y pone como ejemplo que más de cien grupos llegados con el Ministerio israelí de Exteriores ya han visitado el centro.