Veinte años pasan en un abrir y cerrar de ojos. Fue hace ya dos décadas cuando Regis Laconi se convirtió en el último francés en ganar una carrera de MotoGP de la categoría reina en el primer Gran Premio celebrado en el circuito ubicado a las afueras de Valencia. Mucho ha llovido en MotoGP desde esa tarde de septiembre. El circuito, que lleva el nombre del añorado héroe local y campeón mundial Ricardo Tormo, fallecido tras una leucemia, ha celebrado algunas carreras memorables en los últimos 20 años.
Desde 2002, la pista ha sido el escenario del Gran Premio final de la temporada. Muchos de los Campeonatos del Mundo de las tres categorías se han decidido en la pista de 4 kilómetros repleta de curvas cerradas y arropada por una multitud ruidosa. La pista rodeada de gradas abarrotadas produce una atmósfera más parecida a la de un gran estadio de fútbol y luego están también los fuegos artificiales.
Valentino Rossi se despidió de su etapa en Honda con una victoria en 2003 en con un diseño de Austin Powers en su moto. Tres años más tarde, el añorado Nicky Hayden ganó el título mundial de MotoGP en la carrera en la que Rossi se fue al suelo y el héroe de WorldSBK Troy Bayliss consiguió su única victoria en el Campeonato del Mundo. Realmente, en el paddock y especialmente en el media centre, el tercer puesto de Hayden y el posterior título mundial fue el más popular de las dos décadas.
En 2011 llegamos a Valencia llorando la muerte de Marco Simoncelli en la cita anterior en Malasia. El fin de semana fue un conmovedor recordatorio para todos nosotros de lo peligroso que puede ser el deporte que amamos. Michele Pirro celebró y honró la vida de su compañero con la victoria en la carrera de Moto2 para el devastado equipo Gresini. Casey Stoner firmó la mejor curva final de la temporada para evitar que Ben Spies ganara su segundo Gran Premio tras un desenlace increíble que el propio Marco habría firmado.
Nadie estaba preparado para el final de 2015. La atmósfera que se respiraba en esa última cita de la temporada pudo ser tóxica, pero fue muy emocionante participar en ella. La guerra había sido declarada en la ronda anterior en Malasia entre Valentino Rossi y Marc Márquez. Comenzó con palabras, continuó en la pista y luego en los despachos. No había término medio para los millones de aficionados de todo el mundo. Los medios de comunicación explotaron en apoyo de los dos protagonistas. Las entradas para el enfrentamiento final se agotaron en cuestión de minutos, la policía estaba a la espera, pero no se requirió de sus servicios. Las peticiones de acreditación de los medios llegaron de todo el mundo y los pilotos de F1 contrataron jets privados para asegurarse de estar allí.
El interés global y la cobertura de los medios en torno a las carreras de motos del Campeonato del Mundo nunca habían experimentado algo así nunca antes. En el momento en que la carrera de 30 vueltas arrancó finalmente a las 14:00 horas, el circuito estaba en el punto de ebullición y listo para explotar. A pesar de los considerables esfuerzos del penalizado Rossi, fue Jorge Lorenzo quien ganó la carrera ante Márquez y Pedrosa para conquistar el título mundial y poner punto y final a un par de semanas que el deporte nunca olvidará.
Para mí ese día en Valencia fue tan especial que no tuvo nada que ver con Rossi o Márquez. Había estado informando sobre las carreras del Campeonato del Mundo durante 37 años y era una época estéril para los pilotos británicos. Jeremy McWilliams, Bradley Smith y Scott Redding, entre otros, habían alegrado la tristeza con sus victorias, pero nunca llegó un título mundial desde que Barry Sheene lo hizo en 1977. Un muchacho del West Country cambió todo eso en Valencia. El noveno puesto de Danny Kent en la carrera de Moto3™ le valió al fin a Gran Bretaña un título mundial tras una espera tan larga.
Este domingo no habrá títulos mundiales más allá de la resolución de la Copa del Mundo FIM Enel MotoE, ya que la temporada baja el telón con los títulos decididos, pero Valencia seguirá dando que hablar. Con suerte, tendremos algo de sol otoñal, los fuegos artificiales y, por supuesto, la fiesta final de temporada.