En un comunicado, el gobierno regional indicó que la planta, ubicada en diez hectáreas de la ciudad de Floriano y con tecnología automatizada, recibió inversiones por sesenta millones de reales (unos 14.4 millones de dólares) y tendrá una capacidad de producción de noventa millones de litros anuales de biodiesel.
La matriz de producción utilizada en esta nueva fase será la soja, diferente del ricino extraído de las mamonas y que fue la materia prima de la planta inaugurada en 2004, con una producción anual de 10.6 millones de litros de biodiesel para la petrolera estatal Petrobras, y cesó sus actividades en 2009.
Unibras, empresa que asumió el control de la planta, determinó que para el nuevo biodiesel requerido en el país es "más viable" producirlo con soja en términos de "productividad y competitividad", aunque sin descartar el ricino de mamona en algunas etapas, señaló el secretario de Desarrollo Económico de Piauí, Igor Neri.
En el país, además de algunos vehículos automotores usar el biodiesel como fuente de combustión, existe una obligatoriedad de mezclar un 11 por ciento de ese tipo de biocombstible en el diesel fósil comercializado y se adelantan estudios para elevar ese porcentaje a un 15 por ciento.
El almacenamiento de la nueva planta contará con una capacidad de dos millones de litros de biodiesel y un millón de materia prima.
Estados vecinos como Maranhao, Ceará y Pernambuco, en el nordeste, y Pará, en la región amazónica, ya mostraron interés en adquirir el biodiesel producido en Piauí, de acuerdo con la empresa Unibras.
El gobernador de Piauí, Wellington Dias, celebró la reapertura de la planta como una fuente de empleo y renta, valorización del trabajo campesino y la adecuación de nuevas tecnologías para una fuente de energía renovable menos contaminante al medioambiente.
La Empresa de Pesquisa Energética (EPE) presentó un estudio de que el país tiende a importar 77,000 millones de litros de diesel fósil en los próximos nueve años, con un costo de 36,000 millones de dólares a los precios actuales, y un aumento de la producción de biodiesel y de su mezcla obligatoria podría reducir esos gastos.
En su apuesta por los biocombustibles, que tuvo su auge a mediados de la década pasada, Brasil pasó a implementar la tecnología 'flex fuel', que permite la combustión de los vehículos con gasolina, etanol o la combinación libre de ambos.
En la actualidad la totalidad de la flota nueva de automóviles sale de fábrica con esa tecnología y la mayoría de los coches importados la posee.
Además, existe una obligatoriedad para mezclar un 27 por ciento de etanol en la gasolina, un porcentaje que el gobierno pretende elevar hasta en un 40 por ciento en 2030.