Según cuentan a Efe algunos repartidores de Rappi, UberEats o Cornershop, para ser repartidor en esta gran metrópoli hay que tener muchas agallas, en un trabajo que comparan con una "guerra".
"Tienes que salir a las calles a luchar por regresar a tu casa, hay mucha indolencia por parte de los automovilistas, del gobierno, de las autoridades hacia nosotros. (...) Es como una guerra", asegura a Efe el repartidor Saúl Gómez.
Él es miembro del colectivo #NiunRepartidorMenos, configurado hace unos meses y que actualmente cuenta con alrededor de 1,200 integrantes en todo el país.
Aunque las empresas que los emplean ofrecen libertad horaria a los trabajadores, para muchos la jornada empieza a las 9 de la mañana y acaba a las 10 o 11 de la noche.
Si el día es provechoso, se van a casa con unos 500 pesos (unos 25 dólares), aseguran los repartidores entrevistados.
Cuando salen de casa, los muchachos del colectivo #NiunRepartidorMenos cuentan con herramientas que han denominado "bitácora de guerra" o "mapa de fraudes".
Y, por supuesto, con varios grupos en redes sociales por los que circulan a diario cientos de mensajes: consejos, advertencias, peticiones de auxilio y anécdotas.
Según Saúl, a los conductores de taxi o autobús "se les hace gracioso" acercar de más el vehículo a los repartidores, quienes suelen movilizarse en bicicleta.
Y a veces puede suceder que se lleven a uno por delante. En tales casos, que la empresa se haga cargo de los gastos médicos del accidente es como echar una moneda al aire.
"Son seguros de reembolso los que manejan las aplicaciones, entonces no tenemos una prestación social como tal", lamenta Saúl.
Para que la plataforma reembolse los gastos, el repartidor debe cumplir "sus términos y condiciones".
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Estar conectado, tener buena calificación por parte de los usuarios, no tener reportes negativos en el perfil.
Este jueves, el director de Rappi en México, Alejandro Solís, respondió a Efe en conferencia de prensa que los repartidores "cuentan con seguro de cobertura amplia que incluye daños a terceros y daños a ellos mismos que pudieran llegar a tener".
"Siempre y cuando estén activos en la aplicación, ¿qué quiere decir esto? Que vayan a recoger un pedido o a entregar un pedido", explicó.
Esto se debe a que la mayoría de los repartidores de la ciudad ocupan varias plataformas al mismo tiempo.
Y a veces puede suceder que un repartidor no está realizando ningún pedido, pero ocurre un accidente. En tal caso, la plataforma no lo cubre.
Sobre si el seguro es mediante reembolso, el directivo respondió que "hay unos que sí y otros que no". "Tratamos de mejorar cada día, para que sea de manera automática y ya sin que ellos tengan que pagar", concluyó.
Brian Estrada, quien lleva tres años como repartidor en Ciudad de México, relata a Efe un accidente que tuvo al chocar con un coche.
"Sufrí pérdida de memoria, tenía los lentes incrustados en la cara, perdí seis dientes, tuve lesiones graves en rodilla y hombro", recuerda.
A Brian no se le cubrieron gastos médicos, aunque contactó a la plataforma para la que repartía en ese momento.
"Mandé un correo (...) pero nada más recibí una respuesta de que lamentaban el accidente y esperaban que me recuperase pronto", asegura.
Nunca reclamó a la empresa, pues en esos momentos estaba más preocupado por recuperarse físicamente que por entrar en pleitos.
Aún así, sigue trabajando como repartidor y tomó el accidente como un gaje del oficio. A fin de cuentas, es lo que le paga los estudios.
Brian, además, es el encargado de llevar la "bitácora de accidentes" de esta nueva plataforma.
En ella se registran todos los accidentes que han tenido los repartidores: dónde pasó, cuándo, cómo.
Esta, junto al colectivo #NiunRepartidorMenos, surgió a raíz de la muerte de un repartidor de UberEats a finales del año pasado.
Además de la bitácora, también existe un "mapa de fraudes".
Su creador, Antonio Moreno, cuenta a Efe que en él vienen las zonas "calientes" de la ciudad en la que los repartidores han sufrido intentos de robo, tanto por parte de delincuentes como de los propios clientes de las aplicaciones.
"Muchos clientes lo que hacen es pedir en efectivo y decir, ¿sabes qué? yo pedí con tarjeta de crédito. Entonces el repartidor contacta a soporte, el cliente le quita las cosas porque supuestamente pagó con tarjeta y esos productos se acaban cobrando al repartidor. Es gente mañosa los que hacen este tipo de fraudes", explica el joven.
El mapa se puede conectar a la aplicación Google Maps para que, cuando el repartidor está en ruta, evite zonas peligrosas.
A todo esto se suma la posibilidad del intento de acoso sexual. La repartidora Estephanie Rojas explica a Efe que hasta el momento se tienen contabilizados 6 reportes de acoso a repartidoras en los últimos meses.
Ha ocurrido en varias ocasiones que el comensal reciba a la repartidora "en ropa interior". A Estephanie le ocurrió que el vigilante de un condominio la acorraló en la esquina de un ascensor.
Por suerte, salió airosa.