En un escenario global mermado por las políticas de austeridad y las restricciones al comercio en las principales potencias económicas, América Latina logró el año pasado despojarse de las cifras de inversión extranjera negativas del último lustro gracias a los flujos de IED que llegaron a Brasil y México.
La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, valoró el repunte de las cifras al presentar en Santiago el informe sobre la IED en la región pero recordó que aún están lejos de los 213,000 millones de dólares que se registraron en 2012, en pleno auge del precio de las materias primas.
Al analizar los componentes de la IED, se observa un descenso del 20 por ciento en el aporte de capital, que es el principal indicador de la inversión porque simboliza el interés de la empresas por instalarse en los países de la región.
Los componentes que apuntalaron la inversión extranjera en 2018 fueron la reinversión de utilidades, que aumentó un 16 por ciento y explicó unos 61,000 millones de dólares de toda la IED, y los préstamos entre compañías, que subieron un 138 por ciento y aportaron unos 52,000 millones.
Bárcena explicó que la reinversión de beneficios es un "símbolo de confianza" en el país donde están las inversiones e indicó que los dos países que más destacaron en este aspecto fueron Brasil y Chile.
En cuanto a los préstamos entre empresas, la responsable de la Cepal consideró que es el componente más volátil de la IED y a menudo es difícil de interpretar la finalidad de esas operaciones.
Una posibilidad, explicó, es que sirvan para apuntalar empresas que pasan por aprietos económicos, como sucedió en Brasil, donde algunas de sus principales compañías recibieron préstamos de sus filiales en el extranjero.
El informe muestra una gran heterogeneidad en la región, con 16 países en los que la inversión extranjera aumentó respecto del año 2017 y 15 países en los que disminuyó.
Buena parte del incremento de la IED en 2018 se debió a las mayores inversiones en Brasil, que concentra el 48 por ciento del total, y en México, que tiene el 20 por ciento.
En Brasil la inversión extranjera llegó a 88,319 millones de dólares, un 25.7 por ciento más que en 2017, y en México alcanzó los 36,871 millones, un alza anual del 15.2 por ciento, indicó la Cepal.
En términos de flujos recibidos, le siguen Argentina, con 11,873 millones de dólares y un aumento del 3.1 por ciento, Colombia (11,352 millones y una caída del 18 por ciento), Panamá (6,578 millones y un aumento del 36.3 por ciento) y Perú (6,488 millones y una caída del 5.4 por ciento).
La IED en Centroamérica aumentó un 9.4 por ciento anual por el impulso de Panamá, que recibió 6,578 millones de dólares, un incremento del 36.3 por ciento en comparación con el año 2017.
En el Caribe, los flujos de inversión extranjera se redujeron un 11.4 por ciento debido al retroceso del 29 por ciento en República Dominicana, el principal receptor en esta subregión.
En cuanto al origen de las inversiones, la Cepal destacó que en 2018 se mantuvo la tendencia de los últimos años y los principales flujos de IED procedieron de Europa, Estados Unidos y China.
De cara al 2019, la Cepal calcula una leve disminución del 0.8 por ciento de la inversión extranjera en la región, pese a que el primer trimestre del año ha tenido números positivos.
La caída que prevé el organismo se centrará en Brasil, donde la IED podría bajar un 15 por ciento, mientras que en México podría aumentar un 2.5 por ciento, alza que sería insuficiente para compensar la situación brasileña.
Bárcena recomendó a los países latinoamericanos orientar sus políticas para atraer inversión extranjera de calidad y no pensar solamente en incrementar la cifra de millones invertidos.
"Las políticas deben orientarse a traer IED de calidad, en energías renovables, donde haya conocimiento, sectores que aumenten la productividad y el empleo y donde se pueda avanzar hacia un consumo sostenible", manifestó.