En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) calcula que más fricciones entre Estados Unidos y China podrían restar seis décimas al Producto Interno Bruto (PIB) mundial en dos o tres años.
Por eso reclama a los gobiernos -en un mensaje especialmente dirigido a la administración de Donald Trump, sin nombrarla- que de forma urgente "utilicen todas las herramientas políticas a su disposición" para retomar las negociaciones comerciales multilaterales, algo que considera "imperativo".
El argumento para convencer a Estados Unidos es "la interdependencia de las economías" que funcionan con cadenas de producción transfronterizas, es decir que al final la ralentización global acabará por afectarle.
La organización revisa a la baja sus cálculos sobre el PIB mundial, que después de haber aumentado un 3.5 por ciento en 2018, se quedará en un 3.2 por ciento este año (tres décimas menos de lo estimado hace seis meses) y en el 3.4 por ciento en 2020 (una menos), netamente por debajo de la cadencia media en los tres últimos decenios.
Entre los países que sufren las mayores correcciones están los que más dependen del comercio exterior y del sector manufacturero.
Alemania es el mejor ejemplo, con un crecimiento esperado este año de únicamente un 0,7 %, nueve décimas menos de lo que la propia OCDE había anunciado en noviembre, y del 1.2 por ciento en 2020 (dos menos).
En la misma línea, Italia se quedará estancada en 2019, lo que supone nueve décimas menos de lo avanzado hace seis meses, y sólo subirá un 0.6 por ciento el ejercicio próximo (tres décimas menos).
El impacto será menor para Francia -más dependiente de su demanda interna- con una progresión del PIB del 1.3 por ciento tanto este año (tres décimas menos) como el próximo (dos décimas menos).
En conjunto, los autores del informe recortan las perspectivas para el conjunto de la zona euro en seis décimas para 2019 (al 1.2 por ciento) y en dos para 2020 (al 1.4 por ciento).
España se desmarca de esa tónica general, ya que no cambian sus cifras -claramente mejores que la media de la eurozona- respecto a las presentadas en noviembre gracias al vigor del consumo interior.
En cualquier caso, la cadencia de la economía española también se ralentizará este ejercicio, con un incremento del 2.2 por ciento tras el 2.6 por ciento de 2018. Eso se agudizará todavía más en 2020, con un 1.9 por ciento.
Pero el país que verdaderamente marca el contrapunto es Estados Unidos, con una de las mayores tasas de expansión del mundo desarrollado, y que además en este informe se revisan al alza.
El PIB estadounidense crecerá este año un 2.8 por ciento, una décima más de lo que se había anticipado hace seis meses, y un 2.3 por ciento en 2020 (dos décimas más).
La OCDE manifiesta inquietud por China, pese a que mantiene sus perspectivas con una ligera corrección para 2019 (6.2 por ciento de aumento del PIB, una décima menos que en noviembre) y sin cambios para 2020 (6 por ciento).
La razón es su política fiscal y monetaria, que no sólo genera incertidumbre sobre la actividad, sino que puede contribuir a que la deuda de las empresas, ya a nivel récord, siga engordando.
Sobre la zona euro, la OCDE insiste en que los gobiernos deberían aprovechar la coyuntura de bajos tipos de interés para complementar las reformas estructurales con un estímulo fiscal por parte de los países que tienen margen para hacerlo porque su deuda es relativamente baja, en primer lugar Alemania.
Según sus cálculos, si a esas reformas estructurales -que podrían elevar la productividad en dos décimas porcentuales por ejercicio durante cinco años- se suma un estímulo fiscal de alrededor del 0.5 por ciento del PIB en esos países con margen, a largo plazo se conseguiría en torno a un punto de PIB suplementario.