El presidente Mauricio Macri será el anfitrión de la cita prevista del 30 de noviembre al 1 de diciembre, y que por primera vez sostendrán en Sudamérica los líderes del Grupo de los Veinte (G20), que está integrado por 19 países desarrollados y emergentes y la Unión Europea, además de que Chile, España y Países Bajos vendrán como invitados.
Dada la magnitud política de los visitantes, una de las principales preocupaciones del encuentro es la seguridad, por lo que se están organizando operativos especiales de diversos cuerpos de Argentina que contarán con la asistencia de fuerzas y servicios de inteligencia de otros países.
El operativo en general contará con la participación de 20 mil policías federales que serán apoyados por policías de la ciudad y la provincia de Buenos Aires, más militares en tareas de control aéreo y naval.
Con miras a reforzar la seguridad, el gobierno ya propuso incluso declarar feriado el 30 de noviembre para que haya menos personas y autos en las calles, pero la iniciativa todavía no es aprobada por el Congreso.
Aunque las sedes de la Cumbre del G20 estarán prácticamente blindadas, en los alrededores se realizarán marchas que ya están organizando múltiples agrupaciones.
El problema es que cuando Macri asumió la presidencia del G20 en diciembre pasado la situación de Argentina era promisaria, ya que acumulaba meses de crecimiento económico y la popularidad del gobierno era sólida y en alza.
Hoy, sin embargo, la imagen presidencial está en sus peores niveles desde que Macri asumió, en diciembre de 2015, y el país enfrenta una grave crisis económica que incluye devaluación, inflación, endeudamiento, recesión, aumento del desempleo y la pobreza.
En ese contexto, las cada vez más crecientes protestas sociales recrudecerán durante la Cumbre del G20 que se llevará a cabo en el Centro Costa Salguero de esta capital.
De acuerdo con la cancillería, en esta magna cita participarán alrededor de 7,000 personas, entre presidentes, ministros, funcionarios, periodistas y miembros de la organización.